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Actualizado: 10 de junio de 2025
No sólo iba a clase puntualísimo y cargado de apuntes, sino que se ponía en la grada primera para mirar al profesor con cara de aprovechamiento, sin quitarle ojo, cual si fuera una novia, y aprobar con cabezadas la explicación, como diciendo: «yo también me sé eso y algo más». Al concluir la clase, era de los que le cortan el paso al catedrático para consultarle un punto oscuro del texto o que les resuelva una duda.
Acudimos Padilla y yo, y con gran trabajo pudimos desarmar al filósofo y encerrarle en su cuarto, donde quedó dando cabezadas contra las paredes y pegando unos gritos que se oían desde la calle». Ya lo dije yo. Tanta y tanta lógica tenía que parar en eso... Conque ya sabe usted. A las diez habrá misa y responso en el cementerio.
Doña Laura dio varias cabezadas, y entre dormida y despierta, exclamó con ira: «Siempre mirándote al espejo». «Mujer dijo, riendo D. José sin dejar su obra . Si no me miro al espejo, si estoy cosiendo...». Las niñas sonreían. Algo azarada D.ª Laura despertaba del todo, y decía: «No, no estaba dormida. Yo sé lo que me digo».
Mas se ofreció una dificultad: no tenían vasija. Buscaron y rebuscaron por todos los rincones del establo, y al fin dieron, allá sobre la viga, con una muy tosca de madera. Rosa soltó una de las crías, que fue derechamente a meterse entre las patas de la madre, y comenzó a mamar con ansia, dándole frecuentes cabezadas para que la leche bajase. Los jóvenes contempláronla risueños.
Don Alejandro, que no apartaba el ojo del carel de sotavento, lo conoció por las cabezadas que daba el barco, a causa de la trapisonda que ya había por allí, y por cierto malestar de su estómago.
No tenía más que la camisa de finísima holanda, y sus carnes finas resbalaban sobre la seda de la bata de su mamá. Era una bata color azul gendarme que semanas antes había regalado a su hermana Candelaria... «No, no, eso no... quita... caca...». Y él insistiendo siempre, pesadito, monísimo. Quería desabotonar la bata, y meter mano. Después dio cabezadas contra el seno.
Estaba el hombre fuera de sí, delirante; y sin echar de ver que la vieja se había largado á buen paso de la habitación, siguió hablando como si delante la tuviera. «Espantajo, madre de las telarañas, si te cojo, verás.... ¡Desacreditarme así!» Iba de una parte á otra en la estrecha alcoba, y de ésta al gabinete, cual si le persiguieran sombras; daba cabezadas contra la pared, algunas tan fuertes que resonaban en toda la casa.
Están ya dando cabezadas, y cuando se hallan en tal estado, su comprensión es nula. Si pudierais empezar por el final, por decirlo así... Tened la bondad de decirnos lisa y llanamente a qué habéis venido. MARCIO. ¡Extraño modo de concebir una discusión jurídica!
Entre cabezadas, esperezos y cánticos roncos y destemplados, viene el día, y con él el carro ó angarillas que ha de conducir al cadáver á la iglesia y de aquí al lugar del eterno reposo.
No hay para qué añadir que esta equivocación lamentable le costó un buen zurriagazo. La noche avanzaba y el mozo de Fresnedo, que antes había mostrado tal prisa de marcharse, ahora estaba pegado con pez á la tajuela. Flora, viendo que sus abuelos daban cada vez más frecuentes y más largas cabezadas le insinuó la idea de que se fuese, pero él se hizo el sueco.
Palabra del Dia
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