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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Sobre las cabezas del gentío emergían a caballo los picadores y los alguaciles con sus trajes del siglo XVII. A un lado del corral alzábanse edificios de ladrillo de un solo piso, con parras sobre las puertas y tiestos de flores en las ventanas: un pequeño pueblo de oficinas, talleres, caballerizas y casas en las que vivían los mozos de cuadra, los carpinteros y demás servidores del circo.
Caía menuda lluvia cuando los dos camaradas empezaron á recorrer las calles de Burdeos, después de dejar bien cuidados sus corceles y el del barón en las caballerizas del príncipe.
El personaje más importante de Raveloe era el squire Cass, que vivía en una gran casa roja que tenía un bonito atrio al frente y altas caballerizas al fondo, casi en frente de la iglesia.
El cocinero mayor atravesó el arco de las caballerizas, la plaza de Armas, el vestíbulo y el patio del alcázar, se metió por un ángulo, por una pequeña puerta, empezó á trepar por unas escaleras de caracol, y á los cien peldaños desembocó en una galería, apenas alumbrada por algunos faroles; apenas entró, llegó á sus oídos la voz de dos mujeres que cantaban de una manera acompasada y lenta, como quien se fastidia, un villancico.
Lorenzo se aproximó a la ventana, por la que se veía gran parte del jardín, la casa de Baldomero a la izquierda y al fondo las caballerizas rodeadas de corpulentos y seculares ombúes.
El camino, salvo el tramo de las ciudades antiguas, era llano. Allí habría caballerías para ayuda o repuesto. Cerca de la casa, como a dos cuadras de ella, aderezaron para caballerizas dos grandes caserones de madera, construidos años atrás para experimentos de una industria que al fin no dio fruto.
Discutieron largamente, pero la mujer oponía a todas sus razones la misma respuesta tenaz: No me acompañes... Iré yo sola. Acabó el cuñado por rendirse, y en un coche de alquiler fueron a la plaza, entrando en ella por la puerta de Caballerizas.
No te fíes, hombre, en dar tú la baraja, que te la trocarán al despabilar de una vela. Guarda el naipe de tocamientos, raspados o bruñidos, cosa con que se conocen los azares. Y por si fueres pícaro, lector, advierte que en cocinas y caballerizas pican con un alfiler u doblan los azares, para conocerlos por lo hendido.
Un mozo de cuadra, moviéndose con precaución junto al caballo, coceante de dolor, le quitaba la silla, echándole después a las piernas unos lazos de correas que las agarrotaban, uniendo las cuatro extremidades y haciendo caer al animal al suelo. ¡Ahí, valiente!... ¡Duro! ¡duro con él! seguía gritando el encargado de las caballerizas, sin dejar de mover manos y pies.
Habitábamos, cerca de Grenoble, el castillo hereditario de nuestra familia, que era citado en el país por su aspecto señorial. Solíamos mi padre y yo cazar durante un día entero sin salir de nuestras tierras ó de nuestros bosques. Nuestras caballerizas eran grandiosas, y estaban siempre llenas de caballos de precio, que eran la pasión y el orgullo de mi padre.
Palabra del Dia
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