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Actualizado: 21 de junio de 2025


10 Porque la tierra está llena de adúlteros; porque a causa del juramento la tierra está desierta; las cabañas del desierto se secaron; la carrera de ellos fue mala, y su fortaleza no derecha. 11 Porque así el profeta como el sacerdote son fingidos: aun en mi Casa hallé su maldad, dijo el SE

Enseñó a los hombres el modo de vestirse, a construir cabañas, a cultivar la tierra y reunirse en sociedad; acompañábalo una mujer a quien también la tradición da tres nombres: Chia, Yubecahiguava y Huitaca. De rara belleza, aunque de una excesiva malignidad, contrarió esta mujer a su esposo en cuanto él emprendía para favorecer la dicha de los hombres.

Suponiendo que cayésemos en el pesimismo más absurdo y admitiésemos el insulto, grande para Filipinas, pero mayor aún para España, de que todos los diputados fuesen separatistas, y de que en todas sus proposiciones mantuviesen ideas filibusteras, ¿no está allí la mayoría, española y patriota, no está allí la claravidencia de los gobernantes para oponerse á sus fines y combatirlos? ¿Y no valdría esto más que el descontento que fermenta y cunde en el secreto del hogar, en las cabañas y en los campos?

Llamadlos, y al punto echarán a correr como gamos perseguidos. En los jarales huele a copal quemado, y de la calle a la puerta de las cabañas un reguero de «cempaxóchiles» os guiará hasta el lugar en que estuvo la «ofrenda» dedicada a las almas de los que dejaron para siempre este mundo de dolor.

Las mujeres absorbían su atención, todo su tiempo y todo su dinero, muy abundante al recibir la herencia de su esposa, pero muy mermado ocho años después. Cuando le conocemos, Joaquín estaba en el apogeo de sus triunfos, y en todos los terrenos sociales se presentaba con su carcaj y flechas; es decir, que no despreciaba ninguna pieza de caza, ya estuviese en palacios, ya en cabañas o andurriales.

Navegó entre rugientes tempestades por el océano; paseó entre naranjos por las playas de Levante; subió las escaleras de los palacios y se sentó en la mesa de los poderosos; bajó á las cabañas de los pobres y compartió su pan amasado con lágrimas; se estremeció de amor por las noches bajo la reja andaluza; elevó plegarias al Altísimo en el silencio de los claustros; cantó enronquecida y frenética en las zambras.

Hubiérase dicho que se tenía a la vista una de esas alegres aldeas de la Saboya o de mis queridos Pirineos , con sus cabañas de paja o con sus techos rojos de teja, sus ventanas azules y sus paredes adornadas con cortinas de trepadoras, sus patios llenos de árboles frutales, sus callecitas sinuosas, pero aseadas, sus granjas, sus queseras y su gracioso molino.

Cuando concluyó la oración del alba, la reunión se disolvió, nos despedimos del digno alcalde y de los futuros esposos, quienes se quedaron con él a concluir la velada, así como otros muchos vecinos; y nos fuimos a descansar, andando apresuradamente, porque a esa hora, como era regular en aquellas alturas, durante el invierno, la nieve comenzaba a caer con fuerza, y sus copos doblegaban ya las ramas de los árboles, cubrían los techos pajizos de las cabañas y alfombraban el suelo por todas partes.

Como algunas cabañas no tienen pasto bastante en los puertos que disfrutan por derecho propio, los Concejos á que aquéllas pertenecen toman en arriendo otros por un tiempo determinado, pero con formalidades y garantías harto modernas y prosaicas, y á pagar en moneda sonante.

, hijo de mi alma, porque aquellos brutos... no me vuelvo atrás... hicieron una barbaridad. Bueno, llámalos héroes si quieres, y cierra esa boca que te me estás pareciendo al Papamoscas de Burgos. Vuelta a contemplar el jardín agrícola en cuyo verdor se destacaban las cabañas de paja con una cruz en el pico del techo.

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