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Por nuestra parte se doblaron las guardias y centinelas, se nombraron piquetes de caballeria y algunos lanceros á pié, para que se mantuviesen en continua vigilancia al rededor de la villa, así para evitar algun incendio, como para que con la mayor precaucion y silencio se adelantasen cuanto les fuese posible á observar los movimientos del enemigo, tornando despues cuantas providencias eran necesarias para no ser sorprendidos.

Consiguió juntar mas de 2,500 pesos, que devolvió á sus dueños, precedidas las diligencias precisas de justificacion de legitimidad, y entregó al juzgado de bienes de difuntos, sin mas cargo que el de rogar á los interesados mantuviesen á sueldo, por algunos dias á su costa, las milicias que tenia alistadas, con el fin de ahorrar á la real hacienda este gasto, á que se convinieron gustosos, en atencion á los muchos beneficios que les habia proporcionado.

Cerca de la Presa, en una planicie vecina al río, limpia de vegetación, otros peones abrían hoyos en el suelo. Al llegar las carretas con los árboles, levantaban éstos y los metían en los hoyos, amontonando tierra en torno para que se mantuviesen erguidos. Son árboles de algunos metros nada más, pero resultarán extraordinarios en este desierto donde no hay otros que puedan servir de comparación.

Y para asegurar mas el intento, y obligarlos á rendirse, se reforzó el puesto con algunos piquetes de fusileros, que llegaron ya muy tarde, y no les fué posible la subida por ser muy áspera y peligrosa: obstáculos que les precisaron á retirarse á la plaza, donde algunos entraron muy maltratados de los hondazos que habian recibido, por cuyo motivo se tomó la provindencia de mandar á los indios fieles quedasen y mantuviesen su puesto, y que los Mañazos resguardasen la falda opuesta hasta la mañana siguiente, en que seguramente se hubiera conseguido el pensamiento, si la poca observancia y ninguna advertencia del cacique Bastinza no les hubieran proporcionado los medios para la fuga.

En esta crítica situacion, se mandó á los tenientes de fusileros de las milicias de Puno, D. Martin Sea y D. Evaristo Franco, que con sus respectivos piquetes acometiesen bruscamente á los enemigos en el parage donde habian colocado la bandera, lo que egecutaron con mucho riesgo; pero ayudados del vivo fuego que les hicieron, lograron rechazarlos en breve rato de aquel puesto: y para que los nuestros le mantuviesen contra los nuevos refuerzos y socorros que les oponian los contrarios, fué preciso destacar al capitan D. Santiago Vial, con otro piquete de fusileros, á fin de que los reforzase; con lo cual no solo contuvieron á los indios, sino que los apartaron á una considerable distancia, quedando dueños de una situacion tan importante.

Suponiendo que cayésemos en el pesimismo más absurdo y admitiésemos el insulto, grande para Filipinas, pero mayor aún para España, de que todos los diputados fuesen separatistas, y de que en todas sus proposiciones mantuviesen ideas filibusteras, ¿no está allí la mayoría, española y patriota, no está allí la claravidencia de los gobernantes para oponerse á sus fines y combatirlos? ¿Y no valdría esto más que el descontento que fermenta y cunde en el secreto del hogar, en las cabañas y en los campos?

Si la lengua y muchos rasgos de costumbres no mantuviesen la unidad, podría decirse que al entrar á la provincia de Santander se sale de la España gótica ó castellana. Evidentemente los Pirineos han determinado profundas diferencias, que la proximidad del Océano, al occidente, contribuye á fortificar.

Era argentino, y todos á coro se interesaban por la grandeza de su nación y de todas las naciones de la América del Sur, donde tenían corresponsales y empresas, exagerando su importancia como si fuesen grandes potencias, comentando con gravedad los hechos y palabras de sus personajes políticos, dando á entender que en Alemania no había quien no se preocupase de su porvenir, prediciendo á todas ellas una gloria futura, reflejo de la del Imperio, siempre que se mantuviesen bajo la influencia germánica.

Vacilaba ya la confianza de D. Jacinto Rodriguez, y empezaba á temer á los mismos que habia llamado: juntó á los indios, y despues de prevenirles se mantuviesen solo un dia en la villa, ofreció les daria de las cajas reales un peso á cada uno, cuyo hecho se egecutó al siguiente dia 15, sin mas autoridad que su antojo: y convenido con los oficiales reales, abrieron las puertas del tesoro del Rey, y extrageron cuatro zurrones, y mandándolos juntar de nuevo, se les cumplió lo prometido, y se les hizo entender por medio del cura, que no habia necesidad se mantuviesen dentro de la poblacion, y que recibido cada uno el peso, se retirasen á sus estancias.