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Actualizado: 20 de junio de 2025
De pronto se detuvo y exclamó: Verdaderamente, el mejor tabaco para la pipa es este tabaco turco. Tiene un aroma muy delicado. ¡Sindulfo, por Dios, que son hojas de chopo! ¿No recuerda que las hemos cogido cerca del caño gordo? Usted está soñando, amigo mío. Esto que fumamos es tabaco turco. Compré yo diez kilos en Constantinopla hace dos meses.
El herido, siguiendo con su mirada nebulosa las manos que le martirizaban, vio unas mangas negras, luego una corbata, un cuello de camisa distinto al que usaban los isleños, y encima de todo esto una cara con bigote cano, una cara que había visto otras veces en los caminos, pero no podía asimilar ahora al recuerdo de un hombre. Poco a poco fue reconociéndolo.
¿No es acaso ese juego de los partidos colombianos la marcha constante de las sociedades humanas hacia el progreso, y no está revelando la existencia de un pueblo libro y enérgico en la defensa de sus derechos? . Bogotá. Primera impresión. La plazuela de San Victorino. El mercado de Bogotá. La España de Cervantes. El caño. La higiene. Las literas. Las serenatas. Las plazas. Población.
A los pocos momentos, Rojas, que parecía soldarse á los caballos que montaba, hasta formar un solo cuerpo con ellos, adivinó bajo sus piernas un estremecimiento de muerte. Sacó ágilmente sus pies de los estribos y se echó al suelo, al mismo tiempo que rodaba la pobre bestia, arrojando por el pecho un caño de sangre igual al chorro purpúreo de un tonel de vino que se desfonda.
En Puerto-nacional y Regidor los cuadros característicos me parecieron curiosos en sumo grado. Cuando los vapores llegan á la Bodega de Puerto-nacional, á tomar la correspondencia y los cargamentos de frutos, los habitantes del pueblo, que está dentro de la selva á la márgen de un caño afluente del Magdalena, bajan en procesion, ofreciendo el cuadro mas interesante y bullicioso.
Además, la mitad de la enorme caldera llega a la cubierta de pasajeros y el comedor está situado precisamente arriba de las hornallas. Agréguese que el vapor es de carga, que no hay baño a bordo, que el servicio es detestable, y se tendrá una idea del simpático esquife que se deslizaba por el caño de Barranquilla en busca del ancho Magdalena.
Y sentado en la piedra, sonreía al sobrinito, quien, a caballo sobre el caño pequeño, miraba, ensimismado, la alegre llamarada...
Pero Lituca, de rodillas y rezando, como su madre, volvía rápida a clavar la vista en el crucifijo, como el sediento caminante los labios en el caño de una fuente, y así refrigeraba y fortalecía su espíritu en cada desfallecimiento que le causaba aquel incesante batallar de la muerte para acabar con una vida que también había sido risueña y juvenil como la suya.
8 ¿Oíste tú por ventura el secreto de Dios, que detienes en ti solo la sabiduría? 9 ¿Qué sabes tú que no sepamos? ¿Qué entiendes que no se halle en nosotros? 10 Entre nosotros también hay cano, también hay viejo, mayor en días que tu padre. 11 ¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios? ¿Tienes acaso alguna cosa oculta cerca de ti? 12 ¿Por qué te enajena tu corazón, y por qué guiñan tus ojos,
28 Saeta no le hace huir; las piedras de honda se le tornan aristas. 29 Tiene toda arma por hojarascas, y del blandir de la pica se burla. 31 Hace hervir como una olla el mar profundo, y lo vuelve como una olla de ungüento. 32 En pos de sí hace resplandecer la senda, que parece que el mar es cano. 33 No hay sobre la tierra su semejante, hecho para nada temer.
Palabra del Dia
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