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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Pasaron así veintidós años: pero al cabo de ellos, Francisco Montiño, que ya había llegado á la cúspide de su carrera siendo, hacia tiempo, cocinero de Felipe III, recibió una carta de su hermano Jerónimo concebida en estos términos: «Estoy muy enfermo; el médico dice que me muero. Si esto sucede, podrá suceder que Juan Montiño, mi hijo, vaya á la corte.
A pesar de esta pobreza, el maestro de capilla tenía cierta elegancia. Su cabello, demasiado crecido para la costumbre eclesiástica, se ensortijaba en la cúspide del cráneo. La manera arrogante con que plegaba el manteo en torno de su cuerpo hacía recordar la capa de los tenores de ópera.
A tientas cerraba el grueso portón y corría las barras de hierro; después, y siempre a tientas, subía una escalerilla de fundición, que retemblaba y sonaba con mis pasos y llegaba a la cúspide del faro. Por supuesto, allá sí que había luz.
Y, hasta en sus pequeñeces, No puede la soberbia planta humana Hollar con altiveces La raiz soberana, Que en la cúspide siempre se coloca De acantilada roca, Por cortantes aristas defendida... Y es necesario despreciar la vida Para llegar al pie de la meseta Donde marca la flor dificil meta... Pináculo oriental de lo sublime Al que el astro solar su beso imprime.
Si Conde asegura, por una parte, que no ha visto un solo drama entre los códices que registró para escribir su historia de la dominación árabe, por la otra habla Casiri de dos composiciones, pertenecientes á dicha biblioteca, que, según todas las apariencias, pueden llamarse dramáticas . Y aun suponiendo que estas últimas fuesen meros ensayos literarios, no destinados á la representación, no se podrá negar que los espectáculos mímicos, cuyo objeto es ofrecer solaz al pueblo, pudieron existir entre los árabes españoles como ha sucedido desde antiguo entre otros pueblos mahometanos , y con tanto mayor motivo, cuanto que aquéllos llegaron á la cúspide de la civilización islamita.
Ondulando en el éter, sobre los campos, despliega la neblina su blanco tul, y la apolínea antorcha, con vivos lampos, arrebola del cielo la veste azul. En la cúspide esbelta de las montañas, donde el águila altiva trenza su nido, mecidas por la brisa sueñan las cañas con la inflexión de un hondo flébil quejido.
Eso es. ¡A la derecha!... Ahora siempre de frente. Habían llegado al puerto, y Gillespie, marchando por una avenida exterior de la ciudad, avanzó hacia la colina en cuya cúspide se elevaba su antigua vivienda. Las gentes del puerto, que estaban ayudando al embarque de material de guerra para las islas amenazadas de sublevación, se esparcieron por las calles gritando la terrible noticia.
La blancura deslumbrante de la villa resaltaba sobre el verde obscuro de la montaña como un gran pedazo de nieve desprendido de la cúspide. La sábana argentada de la ría extendiéndose a sus pies esperaba inmóvil y sumisa que viniera a caer en su seno.
Los que trabajaban en la cúspide de su cráneo perdieron el equilibrio, agarrándose á tiempo á las fuertes malezas capilares para no derrumbarse de una altura mortal. Dos hombres forzudos que estaban sobre un hombro cayeron de cabeza, y se hubieran hecho pedazos en el suelo de no quedar detenidos por un pliegue de la enorme lona que cubría el pecho del gigante.
A los árboles frutales, el alto almendro y la chaparra higuera de amplia copa, sucedían las sabinas y los pinos retorcidos por los vientos de la costa. Al detenerse Febrer un instante y mirar atrás, vio a sus pies Can Mallorquí como unos dados blancos escapados del cubilete de una roca vecina al mar. En la cúspide de esta roca erguíase como un agarrador la torre del Pirata.
Palabra del Dia
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