Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 14 de junio de 2025
Vamos, Velázquez, no sueltes cosas que te pueden pesar... Estás acalorao y no sabes tú mismo lo que dices... Cálmate, que estos arrechuchos entre dos que se quieren no tienen importancia manifestó sensatamente el señor Rafael.
¿Qué dices ahí? exclamó la señorita Guichard con voz temblorosa por la cólera. Cálmate y escucha. Lo he descubierto todo hace un instante. Roussel es quien ha aconsejado y preparado el plan. ¡El miserable! Su coche espera al lado de la puertecilla del jardín y va á servir á los recién casados para alejarse de aquí. ¿Y qué hacer para impedírselo? No perder de vista á tu sobrina.
Cálmate. No llegará el caso de que nos pesque, porque vamos a curarnos en salud. ¿Tapujos? No, hija, sino la gran comodidad para pasar unas horitas como unos marqueses, sin que lo sepa nadie. ¡Verás qué gabinete! Nos citamos, entramos con cinco minutos de diferencia: yo primero, tú en seguida, y al salir lo mismo. Cuando veas el cuarto, querrás quedarte allí. ¿Puesto con lujo?
Y tú, Cleopatra, vete a la cama. Yo mismo prepararé la comida. MARCIO. ¡Permitid! ¿Por qué habláis de la comida? Cálmate, Cleopatra; aquí hay un error. Por lo visto, no te haces cargo de que has sido ilegalmente raptada. Escipioncito, déjame el pañuelo. ESCIPIÓN. ¡Tómalo, querida! MARCIO. ¡Permitid! No comprendo por qué se habla aquí de un pañuelo, cuando se trata...
MARCIO. Cálmate, Cleopatra; han confesado ya que son raptores. ¡Tornemos, pues, a nuestros penates, Cleopatra! Además, estamos ya tan habituadas a este paraje... ¿Verdad, Marcio, que son preciosas estas montañas? MARCIO. No te entiendo, Cleopatra; ¿a qué viene ahora el hablarme de las montañas? CLEOPATRA. Os enojáis; pero os aseguro, Marcio, que no somos culpables.
¿Estás loca, Luz? ¿Qué motivos tienes para decir palabras tan espantosas? ¿Qué motivos tengo? Mi padre, sin querer, me lo ha revelado todo en la carta que me entregó D. Acisclo. ¡Fue notable exceso de precaución! Y doña Luz empezó a reír con la risa nerviosa que tuvo cuando el ataque. Vamos, cálmate, vida mía. Cálmate y habla con reposo dijo doña Manolita.
¡Es horrible, horrible! ¡Quisiera no haber nacido!... ¡No digas eso, criatura! El mundo hubiera perdido la gracia de tu presencia en él. Pero cálmate, no te sofoques, no te aflijas. Siéntate y... cuenta, cuenta. ¿Qué te sucede? Que se me ha declarado... ¡ay de mí!... ¿Ay de tí? ¡Ay de él, en todo caso!... Pero ¿quién? ¡Quién ha de ser! ¡¡El rey de los «cipreses»...!!
Bueno, cálmate la dije . Aquí el único que sabe tu estado soy yo. ¿Qué piensas hacer? Vale más que te resuelvas pronto, antes de que noten tu estado. ¿Comprendes? Sí, señor. ¿Qué te parece que hagamos? ¿Le escribimos a Juan? Bueno. ¿Sabes sus señas? Sí; va de Cádiz a Filipinas en un barco. ¿No sabes más? No. Debías enterarte del nombre del barco. Bueno. Ya me enteraré.
No sabía qué hacer ni qué decir. «Hijo mío exclamó limpiando el sudor de la frente de su marido , ¡cómo estás...! Cálmate, por María Santísima. Estás delirando». No, no; esto no es delirio, es arrepentimiento añadió Santa Cruz, quien, al moverse, por poco se cae, y tuvo que apoyar las manos en el suelo . ¿Crees acaso que el vino...? ¡Oh! no, hija mía, no me hagas ese disfavor.
El P. Jacinto acudió entonces á donde estaba Clara, que Lucía había recostado en un sofá. Clara volvió en sí del desmayo, exhaló un suspiro y rompió á llorar con desatado y copioso llanto. ¡Clara, amiga querida! dijo Lucía. Cálmate, niña, cálmate, exclamó el P. Jacinto. ¡Dios santo y misericordioso! dijo Clara.
Palabra del Dia
Otros Mirando