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Actualizado: 25 de noviembre de 2025


Entre el señor Rosendo y su triste laconismo; la tullida y su tiranía doméstica; Pepa la comadrona, que lo asustaba de puro gorda, y lo crucificaba a chistes, o Amparo, desde luego se declararon por esta sus simpatías. Todas las tardes, con el cilindro de hojalata terciado al hombro, iba a buscarla a la salida de la Fábrica.

¿Ha venido Esperanza? doña Agueda dijo mientras comía la duquesa á la dueña que la había dado la primera noticia de la desaparición de la joven. No; no, señora dijo la dueña ; ni parece á pesar de que se han enviado algunos lacayos á buscarla. Parece que se la ha tragado la tierra. Será necesario dar parte á la justicia.

¿Fue él quien se declaró, así, de improviso, después de no haber pensado en usted durante dos años? Permaneció varios meses en Zurich y nos veíamos todos los días. ¿No supo usted que, después de haber abandonado a la Condesa, vino precisamente de Zurich a buscarla? No. ¿Cómo es posible?

Pero la barca no podrá abordar sin ser descubierta, y habrá que ir á buscarla á nado... ¿Tendré yo la fuerza suficiente? Yo te sostendré... y te llevaré si es preciso. ¿Y los tiburones? ¿Has pensado que pululan por estas costas y que hay cien probabilidades contra una de ser devorado por ellos?

Y cuando a esta se le antojaba de súbito visitar o pasear y no tenía a Juanita en casa, iba a buscarla a la suya, haciéndose acompañar hasta allí por Serafina.

Ayer, Telva, teníamos una hija y hoy nos quedamos sin ella. Esta señora viene á buscarla porque es su madre verdadera, aunque nosotros la hayamos criado. Telva miró con sorpresa á D.ª Beatriz. Después dijo: Ya maliciaba yo que algo les pasaba. Encontré á Demetria camino de la fuente y vi que iba llorando. El rostro de la señorita de Moscoso se contrajo al escuchar estas palabras.

En el hotel de los Campos Elíseos, doña Mercedes tenía que buscarla muchas veces en las caballerizas, donde permanecía entre palafreneros y cocheros, hablando con una autoridad profesional, mientras vigilaba el cuidado de los animales. Luego, al subir al salón, su cabellera suelta esparcía un fuerte olor á cuadra.

«Yo debía saber» se decía a mismo, tratando de vencer la tristeza del desengaño, «que la perfección está fuera de lo humano; que los hombres pueden pensar en ella y buscarla, pero jamás la alcanzarán. Esta certidumbre me había impedido exaltar más allá de lo debido a aquel ser; y esta persuasión debe ahora atemperar mi desconfianza e impedirme envilecer más de lo debido su memoria

Y con el dedo fué señalando toda la línea del horizonte. Comprendió Watson que para el amigo Cachafaz, hijo del desierto, «ahorita mismo» significaba una hora, dos ó tal vez tres, y «ahí cerquita» algo así como un par de leguas. Pero necesitaba ver á Celinda, estaba resuelto á buscarla, y empezó á galopar por el campo, confiándose á su buena suerte.

Una cólera viril estremecía al marino después de toda jornada inútil transcurrida en la persecución de su personalidad invisible. ¡Si lo hace por interesarme más!... exclamaba . ¡Se acabó! No admito más toreo... Yo le demostraré que puedo vivir sin ella. Juró no buscarla.

Palabra del Dia

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