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Actualizado: 25 de noviembre de 2025


Quién sabe, don Melchor... Anastasio es un hombre malo... muy malo... ¿Teme usted que le haga algo? Por ... no... don Melchor... y aunque me hiciera... aunque me matara... ¿yo qué valgo?... Anastasio se guardará muy bien de pensar en venir aquí a buscarla... y con el tiempo se le pasará todo. ¿Usted cree, don Melchor? Esté segura, Ramona... no le hará nada... no tema.

Entre otras cosas, supo el general, que la nacion de los indios Maigenos distaba cuatro dias de camino. Partimos á buscarla, y nos recibieron de guerra, aunque procuramos la paz. El pueblo estaba situado en un collado, y rodeado de un espeso y ancho espinal por todas partes, tan alto como un hombre con la espada levantada en la mano.

Luz no se atrevió a preguntarle dónde se habían conocido los dos, ni qué era lo que le movía a buscarla con tanto empeño; y él la enardeció todavía más los deseos, declarando que la conocía mucho, ¡muchísimo! Jurara que de toda la vida, aunque la había visto muy pocas veces, y sólo sabía de ella que se llamaba Luz.

Uno de esos sueños se repetía frecuentemente: estaba en su presencia, sentía el corazón palpitarle, las manos le temblaban, y no podía pronunciar una palabra, y ella, después de haber esperado en vano sus palabras, se alejaba, se desvanecía, dejándole inmóvil, petrificado. Esa angustiosa incapacidad para todo, lo dominaba aun despierto, le impedía correr a buscarla.

¡Pues buscarla en seguida! gritó Currita . ¡Pregunte usted a don Joselito, en la contaduría, en todas partes!... ¡Jesús! ¡Qué fastidio! Y daba pataditas en el suelo, llena de impaciencia, mientras Germán se lanzaba presuroso por toda la casa en busca de la llave.

La verdad es que me he portado muy mal. ¿Cómo buscarla sin comprometerla?... ¿Cuándo lloverá? ¿Se acordará JuliaPoco faltó para que mandase hacer rogativas. Por fin llovió, y con tal abundancia que acudir a la cita era ponerse hecho una sopa.

Así es que supo, porque la misma Emma se lo dijo, y se lo dijo después Minghetti, que Serafina estaba en situación poca halagüeña, pues trueno tras de trueno, Mochi, aburrido, se había marchado a Italia sin un cuarto, pero lleno de deudas; y ella, su amiga y discípula, quedaba en Santander sin contrata, sin dinero y con fundados temores de que su maestro y babbo espiritual no volviera a buscarla, aunque se lo había prometido.

Por todas partes reinaba la agitación confusa, animada, casi febril, que forman el continuo vaivén de los que vuelven de paseo o salen del trabajo con los que no hacen nada, yendo de un lado para otro, como seguros de tropezar alguna vez con la fortuna sin preocuparse de buscarla.

Ese es un hecho que contrasta singularmente con las tradiciones del catolicismo español y con la pompa religiosa de las catedrales de España. La España religiosa no está en Madrid: es preciso buscarla en Toledo y Granada, en Sevilla y Valencia, en Barcelona, Burgos y León. Madrid es la imagen de la España política, mediocre, artificial y contradictoria.

Indudablemente, á él le tocaba ampararla en aquel trance, apartarla del vicio á que su soledad podía conducirla, socorrerla, en fin, porque habla sido su amiga, le había amado, y en tales casos es de corazones generosos y buenos olvidar las injurias y pagarlas con nobles acciones. Viendo que no le daban razón de su paradero, bajó y salió dispuesto á buscarla. Pero ¿dónde, dónde la iba á encontrar?

Palabra del Dia

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