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Actualizado: 25 de noviembre de 2025


Margarita cree que vienen a buscarla para conducirla al cadalso: escena tierna entre ella y Faust que no puede decidirla a que le siga; Margarita pasa rapidamente de una idea a otra, no reconociendo a su amante sino por intervalos.

La del tío Frasquito era la corbata de gran maestre de los micos de Currita, de seda azul japonesa, sujeta coquetamente con el alfiler de una sola perla. Habíale encargado la Albornoz venir a buscarla a casa de Butrón, para darle sin pérdida de tiempo sus primeras disposiciones de presidenta.

¿Ónde está la carne? pregunta, al cabo, con voz ronca el pescador. La carne... tartamudea su mujer, como ya estaba cerrada la tabla cuando fuí á buscarla, no la traje. ¿El dinero?... el dinero... en la faltriquera. Á ver el dinero, digo, ¡pronto! La interpelada saca, temblando, unos cuartos de su faltriquera, y sin abrir toda la mano, se los enseña á su marido.

Miguel piensa en Maximina se dijo aquélla al verle tan reflexivo. ¿Qué misterio de amor se le escapará a una joven de diez y siete años? Pues que pene un poco; ya resollará. Y así fue, como lo pensó la niña. Voy a buscarla contestó saliendo apresuradamente de la alcoba. No tardó en llegar con ella en la mano: sentose de nuevo y se puso a leerla con gran calma, observando de reojo al herido.

Religión frente a religión, la cosa se iba poniendo fea. Los protestantes decían que la mujer aquella les había pedido limosna y protección; doña Guillermina lo negaba, acusándoles de haberla sonsacado y de haber ido a buscarla a su propia casa.

Dejó de apretar mi mano y hasta retiró la suya: volví a cogerla disimuladamente, pero al poco tiempo la retiró de nuevo. El segundo acto había terminado. Al bajarse el telón me hizo mirar el reloj, y viendo las once, dijo que era necesario partir en seguida, porque a las once y media, a más tardar, iba el criado a buscarla. Salimos del teatro.

Ella vive en la calle de la Pasión, ignoro el número; es en una casita vieja, muy baja, de revoque amarillo, con un zapatero en el portal, y que hace esquina a la Ribera de Curtidores. Yo también me resistí a creerlo; pero tuve que rendirme a la evidencia. ¿De modo que le ha visto Vd. entrar allí con ella o ir a buscarla? , señorita; varias veces.

¿Y la chalupa? preguntó Van-Horn. Volveremos a buscarla cuando podamos. ¿Y la encontraremos entonces? Confiemos en que no hayan dado con ella los piratas. Si la descubrieran, sería para nosotros un verdadero desastre. Como que no podríamos salir de esta tierra ni llegar a Timor. Vamos, amigos, antes de que lleguen los piratas o sus adversarios.

Es que ella sabía que los muertos se levantan como ánimas en pena cuando no tienen una cruz sobre su tumba, y temía a las ánimas en pena casi tanto como al Chucro... Extrañando que se retardara tanto afuera, el Chucro salió del rancho a buscarla... La halló de rodillas colocando su cruz al comisario. ¡Era la primera vez que Pepa le desobedecía!

Al despedirse le dijo que vendría de noche a buscarla para ir a un teatrito por horas, y que estuviese ya vestida y no se hiciese esperar. La sonrisa cruel que plegaba sus labios al bajar la escalera inspiraba frío y miedo. ¡Pobre niña! ¡Cuán ajena estaba del pensamiento que bullía en la mente de aquel hombre egoísta, sin entrañas!

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