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Ahora se había enamorado con entusiasmos de jovenzuelo de una dama elegante y hermosa, de una extranjera que le hacía olvidar sus negocios, abandonar su barco y permanecer lejos, como si renunciase á su familia para siempre... Y el pobre Esteban, huérfano por el olvido de su padre, iba en busca de él con la impetuosidad aventurera heredada de sus ascendientes, y la muerte, una muerte horrible, le salía al encuentro en su camino.

Teulaí, tranquilo como hombre que a nadie teme y cuenta en último término con un refugio en la montaña, volvió al inmediato pueblo en busca de su sobrino, satisfecho de su hazaña. Al tomar al pequeñuelo de manos de la aterrada vieja, casi lloró. ¡Pobret! ¡pobret meu! dijo besándole. Y su conciencia de tío inundábase de satisfacción, seguro de haber hecho por el pequeño una gran cosa. La pared

En las desembocaduras de los ríos que bajan de los Apeninos al Mediterráneo, multitud de pinos, sorprendidos de repente por la inundación, van á perderse en el mar y convertirse en islas flotantes que los marinos extranjeros toman por escollos. Los barqueros que se lanzan en busca de los troncos extraviados, van á pescarlos como cachalotes, y los conducen atados á la popa de sus barcas.

Los otros pueblos han llegado mucho después, a la hora de los adornos y balconajes, para dar lo cómodo y lo lindo. Lo más duro, el trabajo ingrato y peligroso de albañilería, lo hizo «la vieja». Y cuanto más quieran ustedes elevar su edificio dijo Ojeda , cuanto más grandioso y solemne lo deseen, más tendrán que bajar en busca de los cimientos para reforzarlos, so pena de venirse abajo.

Después del almuerzo, muchos pasajeros, en vez de permanecer arrellanados en los asientos del jardín de invierno como gentes faltas de ocupación, tomaron rápidamente el café y salieron cual si fueran en busca de algo importante.

eres el solitario de Bellasvistas, el gran filósofo de los Cuatro Caminos, el sabio de la busca, el más profundo de los traperos que entran en Madrid.

Se detuvo un instante, para añadir con gravedad, mirando á Robledo: Usted parece que da poca importancia á la riqueza, y si la busca es por satisfacer su deseo de acción, por dar empleo á sus energías. Pero no sabe lo que es ni lo que representa. Un hombre de su temple tiene pocas necesidades. Para conocer lo que vale el dinero y lo que puede dar de , se necesita vivir al lado de una mujer.

Brillantemente ataviado, un galante caballero, viajó largo tiempo al sol y a la sombra, cantando su canción, a la busca del Eldorado. Pero llegó a viejo, el animoso caballero, y sobre su corazón cayó la noche porque en ninguna parte encontró la tierra del Eldorado. Y al fin, cuando le faltaron las fuerzas, pudo hallar una sombra peregrina.

Podían jugar con un regocijo gimnástico de adolescentes por aquellos jardines que envidiaban los curiosos pegados á la verja; podían romper en sus carreras las plantas raras traídas del otro lado del planeta, saltar de roca en roca en busca de los pececillos que dejaban las olas en los minúsculos lagos de las oquedades de la piedra, hasta que sus fracs quedasen bien mojados y sus zapatos rotos, para desesperación del coronel, que todos los días pasaba revista á su gente.

Volvió á la plaza, latiéndole el corazón y con el espíritu turbado por un principio de inquietud. Allí una fila de coches esperaban á los invitados y todos los cocheros estaban en el café. Muy alarmado, Mauricio volvió al jardín, se quitó el abrigo y entró en el salón en busca de su tutor. Roussel no tuvo más que mirar á su hijo para comprender que ocurría un incidente inesperado.