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Actualizado: 3 de junio de 2025


Si alguien se interpusiera entre ella y yo... Es horrible, es algo que me acerca a una brutalidad inferior, a los casos de impulso ciego, inconsciente, de la gente del pueblo... los crímenes pasionales que registra todos los días, en los periódicos, la sección "Policía", el suceso común del hombre que se ha enamorado de una criatura de quince años, de clase humilde como él, la ha festejado y perseguido con insistencia desesperada, bestial, contra la oposición de los padres y la completa indiferencia de ella; y un día se pone en acecho, como una fiera; cuando ella sale, para hacer algún mandado, la detiene.

Egoísta hasta la brutalidad, era derrochador para sus placeres y tacaño feroz cuando se trataba de las necesidades de los demás. Encontró ridículos los gustos aristocráticos de su esposa, y los suprimió despóticamente. Vendió el carruaje y los caballos, y doña Manuela, que tan exigente se mostraba en materia de ostentación con su primer esposo, acató servil y gustosa las órdenes del segundo.

Esto es, bien lo sabe, lo que soporto menos fácilmente. Lo que me ha animado contra usted ha sido su brutalidad primera. No desconozco los servicios que usted me ha prestado, pero ¿para qué recordármelos tan duramente? Si se propusiera incitarme á la resistencia no obraría de otro modo, á no ser que su ferocidad le haga acariciar como los tigres, con las uñas...

Que pesara sobre su conciencia la brutalidad que había hecho. Seguí visitando a la Shele diariamente. No había manera de hacerla reaccionar. Estaba decidida a dar un adiós definitivo a la vida. Ante una resolución tan firme de morirse, todos los planes terapéuticos se estrellan. A los quince días hubo que confesar y dar la Unción a la Shele. Doña Celestina y sus hijas fueron a verla.

Muchos fingían indignación ante la brutalidad de esta «porfía», pero en el fondo de su ánimo escarabeajaba cierto orgullo por el hecho de ser tales hombres sus vecinos. ¡Vaya unos mozos de hierro que cría la huerta! El aguardiente pasaba por sus cuerpos como si fuese agua.

A veces yo deseaba que arrancaran la piel a golpes a semejante idiota; otras me daba lástima verle entregado sin defensa a la brutalidad de sus verdugos. A Tiboulen y a Ugarte los llevaron a otra cuadrilla y nos dejaron en paz. Los primeros meses, Allen y yo nos dedicamos a estudiar sistemáticamente todas las formas y posibilidades de fugarse.

Su marido pareció apercibirse de su brutalidad, y prosiguió precipitando las palabras y casi balbuciente: Es claro que no tenía la intención de prevenirle... eso no entra en mis habitudes... pero usted lo ha querido... me ha obligado a ello... me precipita... Es él a más quien ha colmado la medida esta noche... Continuar haciendo la corte públicamente a la esposa cuando se bate al día siguiente con el marido, es indigno de un caballero... es innoble.

La mejor chica del pueblo se decidía a ser su mujer, más por miedo y respeto que por cariño; los del Ayuntamiento le halagaban dándole escopeta de guardia rural, espoleando su brutalidad para que la emplease en las elecciones; reinaba sin obstáculos en todo el término; tenía a los otros, los del bando caído, en un puño, hasta que, cansados éstos, se ampararon de cierto valentón que acababa de llegar también de presidio, y lo colocaron frente a Rafael.

La apuesta era la pasión más vehemente, el placer más vivo de los ricos encerrados en la montaña. Las pruebas de bueyes y los desafíos de barrenadores hacían que se cruzasen enormes cantidades. Era el culto á la fuerza, la adoración á la brutalidad, con todos los encantos del juego de azar.

No sólo le impondré que en adelante os deje en paz y os respete, sino que le declararé a la vez que os he elegido por mujer y que pronto seréis mi esposa. No, Mathys, no hagáis eso; su furor no reconocería límites exclamó la viuda. Ya lo ; pero, aunque se volviera loca furiosa, poseo los medios de desarmarla. No tengáis temor; si yo se lo exijo, os pedirá perdón por su brutalidad.

Palabra del Dia

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