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Y en vez de concluir la frase, dio un puntapié a los molosos que de un brinco abandonaron la casa. Ven dijo en seguida, voy a llevarte. Subimos la escalera, en silencio, sin mirarnos. «¡Ahora eres una extraña para élme dije. Y me sentí sobrecogida de angustia, como si acabara de perder una felicidad acariciada desde mucho tiempo.

No... Quiero verlo yo mismo. El tío Frasquito brincó otra vez emocionado, viendo ya a Malek-Adhel fundando, como Rancés, una Trapa, o un hospital como don Miguel de Mañara... ¡Todo, todo iba saliendo lo mismo, igual, idéntico que en la Favorita!... Fernando, la bella del Re, fray Baltasar... Faltaba tan sólo el convento, y ansioso él de poner la primera piedra, se apresuró a decir: Pues te llevarrré cuando quierrras.

No había manera de arreglarse con aquel diablo de hombre, que así cortaba y segaba en el granado campo de los adictos colmenaristas. El destino de Miranda, a la sazón, estaba comprometidísimo. Pegó Miranda al escucharlo un brinco en el muelle diván. Nada, hombre prosiguió Colmenar : así como te lo digo. Basta que yo tenga interés en conservar a uno, para que lo barra él.... Es cosa fija.

dijo Avendaño , mi compañero Lope Asturiano servirá de traer agua como un príncipe, y yo le fío. #Enjaezó# Carriazo el asno, y subiendo en él de un brinco, se encaminó al río, dejando a Avendaño muy alegre de haber visto su gallarda resolución.

Incorporóse de un brinco, sobresaltado, y vió delante de , de pie sobre la almohada, un ratón muy pequeño, con sombrero de paja, lentes de oro, zapatos de lienzo crudo y una cartera roja, terciada á la espalda.

¿Pero qué vais á hacer conmigo? exclamaba el infeliz llorando. Brinco más ó menos, bailarás, hijo, y bailarás en el aire dijo un alguacil. ¡Que bailaré! ¡Para bailar estoy yo! Yo no quiero bailar dijo Montiño. Que quieras que no quieras, á la fuerza ahorcan repuso otro de los alguaciles. ¡Ahorcan! ¡Que me ahorcarán! ¡Conque después de haber sido robado en cuerpo y alma, he de ser ahorcado!

Al mozo favorece la fortuna, Que el indio con su pica tal venia, Que si el caballo un brinco no pegára, Por medio de los pechos le pasára.

Andrés, entonando un aire del país, obedeció, saltando de un brinco sobre el umbral de la puerta; pero su madre, al ver aquella expansiva jovialidad en momentos tan supremos, fijos en él sus turbios ojos mientras atravesaba el angosto pasadizo, abandonó insensiblemente la aguja, y dos arroyos de lágrimas corrieron por sus tostadas mejillas. ¡Pobre hijo del alma! murmuró con voz trémula y apagada.

Una mañana, muy temprano, Eufemia entró en la alcoba de Reyes, y le despertó diciendo: La señorita llama, quiere que el señorito vaya a buscar a D. Basilio. ¿Al médico? gritó Bonis, sentándose de un brinco en la cama y restregándose los ojos hinchados por el sueño . ¡Al médico, tan temprano! ¿Qué hay, qué ocurre?

Ve a ver lo que hace dijo papá; sin duda te ha de necesitar. Salí de un brinco y a saltos subí la escalera que conducía a su habitación. Esta estaba cerrada. ¡Marta, abre! Soy yo. Nadie se movió. Rogué, supliqué, prometí repararlo todo, le prodigué mil nombres cariñosos: todo fue inútil.