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Actualizado: 30 de septiembre de 2025
Amo mi buena tierra americana sobre todas las regiones de la tierra. ¿Es porque en ella se extienden los campos de mi patria, de la que mi alma vive cerca, aunque de lejos mi cerebro se consuma por ella en el anhelo ardiente de servirla? ¿Es porque en la colectividad moral de los hombres que la habitan, veo brillar la altura del carácter, la abnegación de la vida, la lealtad y el honor?
Las exclamaciones de los circunstantes ante aquel caso extraño fueron interminables. Todos compadecían al viejo elegante: no tenían palabras bastante fuertes para condenar el brutal proceder de la chica. Sin embargo, debajo de los comentarios se adivinaba cierto regocijo que hacía brillar los ojos y pugnaba por salir en forma de carcajadas. El suceso era chistoso.
Oh tú, que en esa mente generosa Abrigaste una utopia celestial, Antes que ver los infortunios nuestros En tu lecho de tierra duerme en paz! Era una chispa de la luz divina Que en una noche descendió del cielo Para alumbrar tu mente peregrina, Y que al brillar la estrella matutina Se oscureció en el suelo.
¡Qué blancura tan admirable! No: mucho mejor que eso. Las vírgenes y las niñas, por dulces que sean, tienen poco más ó menos lo que podemos llamar el verdor de la juventud, mientras que el candor de nuestra perla aseméjase más bien al de la inocente desposada, tan pura, aunque sumisa al amor. No tiene la menor ambición de brillar, suavizando, y apagando casi sus matices.
Deslizándose sobre las rocas, introduciéndose en las cavernas, dormitando medio enterrada en la arena, toda la varia y tumultuosa nación de los crustáceos movía sus herramientas cortantes y tentaculares, hacía brillar sus armaduras japonesas, unas teñidas de rojo casi negro, como si guardasen la sangre seca de un lejano combate, otras de fresca escarlata, lo mismo que si reflejaran en su dureza los primeros fuegos de la aurora.
Los mas bellos y distintos colores, las mas inesperadas combinaciones de formas y matices en increible asociacion, atraen las miradas del visitante, haciéndole tener por momentos la ilusion de que un artista caprichoso en extremo es el que ha pintado esos millares de alas, cabezas, picos y colas donde el oro, la esmeralda, el rubí, el lápiz-lázuli y cien tintas primorosas alternan y se combinan para hacer brillar el plumaje del inquieto pájaro.
Seguia yo avidamente con la vista, lleno de ansiedad, la direccion de las profundas quebradas, buscando el punto de su reunion, para ver si hallaba en él una via de agua navegable. Un rayo del sol vino á revelármela, haciendo brillar á una apartada distancia, y en la direccion del norte 15 grados este, las sinuosidades de un rio en medio de la selva.
Feli, arremangándose los brazos, pegados a su frente los rebeldes rizos con el sudor y el polvo, daba pataditas en el suelo y torcía el gesto, no encontrando nunca a su gusto la posición de la cama. Quería que se viese bien, que la luz hiciera brillar el oro con todo su esplendor: para esto habían gastado el dinero.
Al mismo tiempo empezó á brillar en sus ojos la firme decisión de no decir palabra de su gravísimo asunto al hombre de sotana que tenía cerca y de marcharse al instante de aquel sitio. Se había equivocado. Allí no encontró el salvador que buscaba. Todavía, no obstante, permaneció clavado en la silla como si el cuerpo se negase á obedecer las órdenes apremiantes del espíritu.
Pero estos apellidos históricos, si no están sostenidos por la fortuna, que ejerce una influencia avasalladora, se ven relegados al olvido, al ostracismo social. Así, pues, para brillar, no basta el apellido histórico; hace falta el dinero.
Palabra del Dia
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