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Los tres brazaletes de brillantes que había pedido á Simoun para enseñárselos á su señora, no eran para ésta, pobre india encerrada en un cuarto como una china, eran para una bella y encantadora dama, amiga de un gran señor, y cuya influencia le era necesaria para cierto negocio en que podía ganar en limpio unos seis mil pesos.

Las mujeres usan el mismo traje que las igorrotas, con la única diferencia de ser de color blanco, así como el de los hombres, muy aseado, y bordadas las orillas de colores cuando están de gala; desde la muñeca al codo se atan unos anchos brazaletes de abalorios de colores, tan apretados, que les suele producir inflamación en el brazo y la mano.

Un rumor de celosías resonó junto a él y, antes de que pudiera admirar la blancura de un brazo, cargado de brazaletes, que asomó entre las maderas, una flor, un rojo y ancho clavel, golpeole con viveza en el rostro. Ramiro se acercó a atisbar por la abertura. No se veía sino la hueca lobreguez de una estancia.

Á todo aquello de que es capaz... Lea se quitó los brazaletes y dijo enseñando en sus brazos las huellas de los dedos de Sorege: Casi me ha roto el brazo para obligarme á desmentir mi declaración... Creo que me hubiera matado... ¿Y has obedecido?

Los javaneses, de blusa y calzón ancho, viven felices, con tanto aire y claridad, en su kampong de casas de bambú: de bambú la cerca del pueblo, las casas y las sillas, el granero donde guardan el arroz, y el tendido en que se juntan los viejos a mandar en las cosas de la aldea, y las músicas con que van a buscar a las bailarinas descalzas, de casco de plumas y brazaletes de oro.

Quiroga con su media lengua y sonrisa la más humilde agasajaba á Simoun: su voz era acariciadora, sus genuflexiones repetidas, pero el joyero le cortó la palabra preguntándole bruscamente: ¿Gustaron los brazaletes?

Las doncellas moriscas con sus tocas en la cabeza, con sus velos arrojados sobre el hombro, con sus alcandoras pintadas, con sus carcajes de oro al comienzo del borceguí y sus brazaletes de piedras en las manos, ponían el colmo a su aliño con el alheño de los ojos.

En efecto dijo el platero , este brazalete es una de las alhajas del aderezo completo que hice para el casamiento de la señora duquesa de Gandía. Pues devolved estos dos brazaletes á la duquesa dijo Jerónimo, que comprendió que era el mejor medio de escapar, y dejando las dos joyas, salió de la tienda y se perdió. El platero llevó al momento las joyas á la duquesa.

Sus amantes recibieron su postrer adiós, y sus correspondientes brazaletes, con mal contenida emoción. Los partes de casamiento anunciaban que la bendición nupcial tendría efecto el día 3 de marzo, a la una en punto, en la iglesia de Santo Tomás de Aquino. Inútil parece advertir que se había colgado el altar y se había engalanado el templo como en las bodas de primera categoría.

Caminaba lentamente golpeando el suelo con el bastón. A pesar de aquel aspecto de miseria, llevaba ambos brazos ornados de brazaletes de alquimia, y un doble collar de cuentas, que imitaban la turquesa, caía sobre su pecho. Al llegar junto a Ramiro, mirole fijamente, apoyando ambas manos en el báculo. El mancebo sacó una moneda para ofrecérsela.