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A la, mañana siguiente, el profesor Flimnap se presentó con gran apresuramiento en la vivienda del gigante. Jamás su rostro bondadoso había ofrecido un aspecto igual, de alarma y azoramiento. A pesar de sus carnes exuberantes, saltó con juvenil agilidad del plato ascensor á la superficie de la mesa, antes de que los atletas encargados de la grúa hubiesen terminado su maniobra.

Por su carácter era un ángel, y por su facha, a no ser tan bondadoso, hubiera parecido un demonio, aunque por lo feo y pequeñuelo no dejaba de parecer un duende. El ser que iluminaba el castillo con esplendores de poética hermosura, era la gentil Poldy, única hija de la Condesa viuda que permanecía soltera, aunque frisaba ya en los veintiocho años.

¿Y por qué he de temblar yo? contestó María. Todos callaron. Observábanse diversas impresiones en las fisonomías de los concurrentes. En la mayor parte, la curiosidad y la sorpresa; en la condesa, un interés bondadoso; en las mesas de juego, o, como decía Rafael, en la cámara alta, la más completa indiferencia. El príncipe se sonreía con desdén.

Los indios baures, habitantes de Concepcion, unen por lo general á su robustez y fuerza corporal, un carácter muy bondadoso y apacible, pero desgraciadamente tan pusilánime que el solo temor del castigo los determina á ceder y doblegarse á todo. El cacique, cuya autoridad raya en el absolutismo, es el déspota mas rígido, y jamas sale sin ir acompañado de su teniente y del intérprete.

Tenían que pasar la noche en el falucho: el patrón quería darse a la vela antes del alba. Y madó hablaba con bondadoso interés de aquellas gentes, que le parecían del otro extremo del mundo. ¡Cómo lo admiraban todo! Iban por la calle como asustados... ¿Y Margalida? ¡Qué muchacha tan hermosa!

Por fortuna, D. José había tenido la inmensa suerte de encontrar aquella tarde a un bondadoso amigo que le facilitó la cantidad precisa para un mediano almuerzo. Segura, pues, Isidora de que habría con qué desayunarse a la venidera mañana, pasó tranquila la noche. A las once del siguiente día llamaba a una puerta. «¿Está el doctor Miquis?». ¡Qué suerte! Estaba.

De regreso descansa un ratito, y a las escuelas, a enseñar a los muchachos, a dar lección de catecismo a las inditas. Y en la tarde: rosario, sermón. En Mayo... mes de María, y ¡qué altar! ¡qué flores! ¡Para flores... la Sierra! Ahora, si vieras ¡qué bueno y qué bondadoso es con todos!... Nunca se impacienta, nunca está malhumorado. Para una cosa si es terrible, para el arreglo de la casa.

Oirían después con mucho gusto sus obras sublimes; pero por el momento debía mostrarse bondadoso y al nivel del vulgo, tocando algo para bailar. Se contentaban con un vals, si es que sus convicciones artísticas le impedían descender hasta las danzas americanas.

No desoía jamás esta clase de ruegos Gracián, que además de eclesiástico bondadoso era médico hábil, y precedido de la coja, llevando tras al cleriguito joven que le acompañaba, acometidos cien escalones que conducían a la morada del infeliz matrimonio.

Doña Paula era de natural bondadoso y tierno, amiga de los pobres y generosa; pero tenía la altivez irreflexiva y la susceptibilidad exagerada de las artesanas de Sarrió. No, mamá, no se trata de eso. ¿Quién te ha dicho que Gonzalo desprecia a Cecilia? misma. ¿Por qué no la quiere entonces? Venturita se detuvo un instante, y respondió con firmeza: Porque me quiere a .