Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 25 de noviembre de 2025
¡Pagar!... ¿Y cómo? Ya era tarde. Por un momento se le ocurrió la heroica resolución de ofrecerse como voluntario, de marchar con la bolsa al costado en uno de aquellos grupos de futuros combatientes, lo mismo que su carpintero.
La ciudad cuenta ya con un hermoso mercado de estilo moderno, es decir de cimientos y zócalos de piedra y paredes y naves de hierro y cristal. Están acabando también la Bolsa, palacio espléndido, de mucho gusto y que será un verdadero monumento para las artes y la especulacion.
Sentámonos frente a frente en cómodos, aunque no ricos ni elegantes sillones, con una mesita entre los dos, cargada de papelejos, una plegadera, cajas de fósforos llenas y desocupadas, cenicero con colillas, una petaca de suela y una bolsa abierta de cirugía; y hubo primeramente las vaguedades acostumbradas en toda visita; después fumamos, sin dejar de hablar del tiempo, por lo inusitado de su relativa templanza, ni del juicio que iba formando yo de aquella tierra, para mí desconocida hasta entonces; luego tocamos el punto de las condiciones higiénicas del valle; y por este resquicio salió a relucir la quebrantada salud de mi tío Celso, sobre la cual tenía yo muchos deseos de hablar con el mediquillo aquél.
Uno de los compañeros de bolsa de Mesía, viejo verde de cincuenta años, el señor Palma, banquero, lamentaba que la juventud no fuese eterna, y con lágrimas en los ojos, de pie, con una copa ya vacía en la mano, exponía su sistema filosófico de un pesimismo desgarrador, como decía el capitán Bedoya.
Es lo cierto que lo he pagado muy bien: me cuesta cuatro mil buenos francos de menos en mi bolsa. ¡Ya lo creo, señora! Mi carruaje de gala no me costó menos de cinco mil francos, contando el cuero de tigre para los pies, que él solo me costó quinientos.
De esta suerte han suspirado los trovadores de humilde cuna y de bolsa vacía por la gran señora feudal que los recibió benigna en su castillo; los cortesanos, por alguna linda reina de las que ha habido virtuosas y ariscas, aunque aficionadas a que suspiren por ellas, y muchos Gerineldos de mayor o menor jerarquía, por la hermosa dama a quien sirvieron.
Hay situaciones verdaderamente oportunas, como aquella en que un marido ve á su mujer dentro del miriñaque, y suponiendo que no podria oirle á la distancia que el miriñaque hacia necesaria, la está hablando con una bocina. Salimos del pasaje, atravesamos luego la plaza de la Bolsa, y á los pocos momentos entrábamos en el Establecimiento de caldo, calle de Montmartre, número 43.
Sí, pues; porque según la hora será el rumbo que tome; si es de día la llevo al club, a la Bolsa, a la casa de gobierno o a cualquier sitio que tenga salas de espera y puertas de escape; si es de noche, al teatro y en el primer entreacto ¡zas! me le escabullo. Eso puede hacerse con las personas; pero no con los dolores morales. ¡Se hace lo mismo!
Pero oye, amigo ¿tan vacía está tu bolsa? Porque en tal caso, mientras entramos en el primer campo, castillo ó villa de Francia, aquí llevo yo mi vieja escarcela de cuero al cinto y no tienes más que meter en ella la mano. Ya sabes que entre hermanos de armas no hay tuyo ni mío. No, amigo; aquí ni dinero se necesita.
¡Qué tiempo tan hermoso! dijo la de Vargas. Muy hermoso repitió la de Esteven, no parece de invierno. No parece, no... de modo que... ¿se van ustedes al Frigal? Sí, nos vamos al Frigal. Esto dió pie a misia Gregoria para hablar de la situación, de cómo estaba todo, los alquileres por las nubes... luego, ¡la dichosa Bolsa! El que entra allá, sale sin pellejo.
Palabra del Dia
Otros Mirando