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Actualizado: 25 de noviembre de 2025


Aunque don Antonio anda ahora muy ocupado en eso de la Bolsa, siempre tendrá tres mil pesetas para favorecer a unos buenos amigos. Tampoco. A ése, menos. No quería adquirir compromisos con unas personas así... tan ordinarias. Justamente había sabido el día anterior que Amparito tenía relaciones con el hijo de Cuadros, y había experimentado un verdadero disgusto.

Allí existen los archivos de la ciudad y tiene sus sesiones muy modestamente el Senado de la república. La Bolsa no es notable sino por el extravagante contraste de su parte interior, de estilo casi morisco, y la exterior, adornada con estatuas y una fachada de aspecto muy diferente.

El culpable y el responsable de lo que aquí pasa, es usted y sólo usted; sus locas jugadas de Bolsa, sus francachelas, sus inconsecuencias, es la casa quien lo ha pagado y si la casa ha perdido su crédito, se lo debe a usted y sólo a usted.

Y si no temiera ofender las instituciones, me atrevería a ponerlos en parangón con los del salón de conferencias del Congreso y de la Bolsa, seguro de que tampoco habían de desmerecer. El sol aún seguía bañando una parte no insignificante del paseo. Los chiquillos resaltaban sobre la arena como un enjambre de mosquitos en una mesa de mármol.

Y el que quiera tener ideas de la Bolsa; el que quiera saber lo que es ese juego, ese juego que hace muy poco se llamaba agiotaje, que venga á las dos de la tarde, y sea testigo de lo que pasa en el interior de este local. Voy á decir lo que yo propio he visto, lo que yo por mismo he presenciado, lo que acabo de ver y de presenciar, y ¡ojalá que no lo hubiera visto ni presenciado!

Tenía la calle Ancha mucho de lo que llamamos Salón de conferencias, de lo que hoy es Bolsa, Bolsín, Ateneo, Círculo, Tertulia, y era también un club.

No estoy conforme con el palacio de la Bolsa, como no lo estoy con el palacio de la Industria, ni con otros muchos palacios que por aquí bullen, despertando en mi alma recuerdos penosísimos, tristes y lamentables contradicciones. ¡Palacio de la Industria! ¡Y el industrial no tiene dónde vivir! ¡Y el obrero tiene que ir á buscar una vivienda más allá del recinto de la ciudad, á Batiñoles!

Mientras se confrontaban los números del cartón con los de las bolas que se hallaban esparcidas encima de la mesa, tarea que duró buen rato, porque Paco se complacía en atormentar á la afortunada señora, los amantes no cruzaron la palabra. Cuando el jugador volvió á agitar la bolsa comenzó otra vez su arrullo suave. Te voy á pedir una cosa. ¿Qué es? ¿Me la concederás? Díme antes lo que es.

Fernanda besaba con trasportes de entusiasmo a Granate; éste, como más pequeño, la abrazaba por más abajo de la cintura, y mientras tanto D. Juan hacía sonar riendo una bolsa de dinero.

También Jacinto, querido doctor dijo tímidamente, Jacintito, mi hijo... ¿sabe? se ha dejado apretar en la máquina de la Bolsa; una desgracia, pero, ¿qué hacerle? Los hijos cuestan caro, doctor, y un padre, mientras vive, no puede dejar el biberón de la mano, así sean ellos hombres y gasten barba. ¡Hola! también Jacinto repitió el doctor, distraído.

Palabra del Dia

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