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Actualizado: 2 de octubre de 2025
Besaba el papel con ahinco, y sollozaba: «Hija de mis entrañas, hija de mis entrañas», como las madres. Subió a ver al Padre Alesón, a preguntarle si vendría Angustias. ¿Pues no ha de venir? Viene a casarse. Mañana mismo, a primera hora de la mañana, iremos a buscarla yo y otro Padre de la comunidad. Vendrá, vendrá sollozaba Belarmino sin dejar de sonreír y con los ojos mojados.
Y con un gesto de soberbia, parecían abrir entre ellas y el médico un abismo que nunca había de llenarse, que le condenaba á eterna separación de lo que él consideraba su familia. ¡Cuántas veces, creyendo acariciar á una mujer, besaba á una estatua fría que se entregaba á él con rigidez de autómata!
En cuanto a lo que doña Visita es cerca del cardenal añadió , no me cabe duda alguna. Tengo datos, tío. Sé de buena tinta cómo viven. Un familiar los ha visto muchas veces besándose. Es decir, besándose los dos, no. Ella era quien besaba, y don Sebastián acogía con una sonrisa de angelón sus mimos de gatita. ¡El pobre está tan viejo...!
No buscaba las caricias de su hijo, pero cuando le tropezaba casualmente por los pasillos le cogía la cabeza, se la besaba amorosamente, murmuraba algunas palabras tiernas en su oído y repentina y precipitadamente se alejaba, algunas veces con lágrimas en los ojos.
Contaba tentaciones; en nombrando al demonio, decía «Dios nos libre y nos guarde»; besaba la tierra al entrar en la iglesia; llamábase indigno; no levantaba los ojos a las mujeres, pero las faldas sí. Con estas cosas, traía el pueblo tal, que se encomendaban a él y era como encomendarse al diablo. Juraba el nombre de Dios unas veces en vano y otras en vacío.
Miraba á todos con orgullo, pero sonreía humildemente al dueño de Villa-Sirena para que olvidase su resistencia de momentos antes y las terribles amenazas con que la había acogido. Al poco rato volvió Alicia hacia ellos, guardando un papel en su bolso de mano. El entusiasmo del músico hizo explosión. ¡Oh, duquesa!... ¡Divina duquesa! La besaba en uno de sus brazos desnudos; luego en un hombro.
Lionel, que admiraba las hembras de su talla, tenía que trabajar con muñecas que apenas le pasaban del codo, mujeres «de bolsillo», que podía meter en cualquiera abertura de su traje. A su esposa, la esbelta y fuerte Mina, la besaba de frente, sin necesidad de bajar la cabeza y doblar las vértebras.
A veces, después de alguna reflexión hecha al azar sobre la dificultad de hallar en la vida la felicidad del amor o sobre la grosería con que lo concebían los hombres, se detenían en el punto mismo de abrirse el corazón. Adriana experimentaba, por primera vez, el sentimiento apasionado de la amistad. Laura la besaba como a una hermana y le enseñaba imágenes de santos bordadas en seda por ella.
Mi madre parecía dormida; su tez estaba coloreada y su respiración era rápida. Yo temí despertarla si la besaba, y me contenté con poner mis labios sobre un extremo de su vestido. Después, me hicieron entrar en la habitación del conserje, que permitió que durmiese con sus hijos; pero yo no pude dormir a causa de mi disgusto y de los ruidos que oía.
De noche doña Andrea, que como a la menor de sus hijas la tuvo siempre en su lecho, no bien la veía dormida, la descubría para verla mejor; le apartaba los cabellos de la frente y se los alzaba por detrás para mirarle el cuello, le tomaba las manos, como podía tomar dos tórtolas, y se las besaba cuidadosamente; le acariciaba los pies, y se los cubría a lentos besos.
Palabra del Dia
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