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Actualizado: 27 de junio de 2025


Su aparición en la Bolsa era saludada con entusiasmo; los especuladores, olfateando un indicio cualquiera, para lanzarse en las corrientes del alza, o de la baja, salían a su encuentro, le preguntaban, le seguían. ¿Qué dice don Bernardino? ¿compra oro? ¿vende cédulas? Misterio. El señor Esteven iba solo a charlar un rato, a ver a sus amigos, a tomar el pulso del mercado.

¡Gaznápiro! decía para don Bernardino, le tengo sentado en la boca del estómago; ¡no poder hacerle saltar sin escándalo! y ahí siempre, a la entrada, de cancerbero. Ahora no le veo, pero, cuando entré me miró como burlándose... ¡Otro más que lo sabe! ¡ah! ahora le veo... mírame bien, estúpido, ¿no me conoces? , soy yo, el mismo.

Mira, este pelo que traes en la manga, largo y rubio, pelo de mujer, ¡ay, qué asco! Con que de Susana, ¿eh? quite usted, so camandulero. ¿Y esta carta? No dice nada de particular, pero estos garabatos son de mujer. ¡Ay, qué desgraciada soy! Si yo hubiera sabido esto, no me habría casado contigo. Don Bernardino callaba y sufría.

De los manuscritos de D. Agustín Durán, mencionaré también: La despreciada querida, de José Antonio García de Prado, autógrafa, acabada en París el 1.º de agosto de 1625. Venganzas hay, si hay injurias, autógrafa, de Antonio de Batres, con licencia de 1632. El divino portugués San Antonio do Padua, de Bernardino de Obregón, fecha en 1623.

En dos años que duró el arreglo de la testamentaría, por el incidente aquel del pretendido hijo natural, don Bernardino había encontrado medio de acapararlo todo, de devorarlo todo, insaciable, como lobo hambriento. ¡Diríase que hay un Dios para los pícaros!

Cierto; pero yo no soy padrino del señor Juan Montiño, sino su amigo, que viene á ver lo que va á pasar aquí para contarlo después á todo el mundo, si es que este hidalgo lleva á cabo lo que se ha propuesto. ¿Y qué se ha propuesto este hidalgo? dijo con desprecio don Bernardino. Se ha propuesto dijo el alférez daros á los dos una vuelta.

Salimos de Cádiz y comenzamos el enorme viaje por el Atlántico hasta el Cabo de Buena Esperanza, y después por el Océano Índico al Estrecho de la Sonda y a Filipinas. Por exigencias comerciales, en vez de volver a Europa directamente, tuvimos que atravesar el Estrecho de San Bernardino y dirigirnos por el Pacífico a buscar el de Magallanes.

Agregóse á esto, que un religioso franciscano, llamado Fray Bernardino Gallegos, que á la sazon se hallaba de capellan en los ingenios de D. Juan de Dios Rodriguez, solapando su malicioso designio, decia habia oido, que los indios de Challapata estaban prevenidos para invadir á Oruro, y que el principal motivo que los impelia, era saber que se hacia diariamente egercicio, por lo que consideraba conveniente se suspendiese; pues sin mas diligencia que esta, se sosegarian los ánimos de aquellos rebeldes, porque su resentimiento nacia unicamente de aquella disposicion.

No hablemos más de esto dijo. ¡Pero!... exclamó Dorotea... En resumidas cuentas... dijo un comediante como don Bernardino de Cáceres es vuestra sombra, y se ha encontrado con otra sombra mayor... ¡Ah!

Don Bernardino de Cáceres y su padrino. Creo que podemos empezar cuanto antes dijo don Bernardino desnudando la espada y tomando la linterna de mano de su padrino. Por nosotros no hay inconveniente dijo el alférez, dando su linterna á Juan Montiño . Pero antes de empezar debo advertiros una cosa, amigo Velludo. ¿Qué? Nosotros no reñiremos. La costumbre es que los padrinos riñan.

Palabra del Dia

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