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En varios países europeos, el precio de la conexión al internet depende de la duración, con una tasa de día cara y una tasa de noche más barata. Los usuarios pasan mucho menos tiempo en el internet de lo que les gustaría, y navegan de noche para evitar facturas demasiado altas.

Si deseaba retirarse al campo, no le atraía tan sólo la perspectiva de dar rienda suelta a instintos selváticos, de andar sin corbata, de no pagar tributo a la sociedad, sino que le solicitaban aficiones más delicadas, de origen moderno: el deseo de tener un jardín, de cultivar frutales, de hacer obras de albañilería, distracción que le embelesaba y que en el campo es más barata que en la ciudad.

El cuerpo pequeño, ágil y flaco, va envuelto en un vestido de los que fabrican á centenares los grandes almacenes para uniformar con elegancia barata á las parisienses pobres. Por debajo de la falda asoman unas pezuñitas de terciopelo polvoriento. Sonríe con un esfuerzo visible, frunciendo al mismo tiempo las cejas.

Subía un repecho y don Fermín veía los bajos irisados de chillona bayeta que mostraba sin miedo Petra, más algo de la muy bordada falda blanca y de una media de seda calada, refinada coquetería que quitaba propiedad al traje y por lo mismo le daba picante atractivo. ¡Qué calor, don Fermín! decía la rubia, enjugando el sudor de la frente con pañuelo de batista barata.

De las cerradas y silenciosas casas salía el hálito de la crápula barata, ruidosa y sin disfraz: un olor de carne adobada y putrefacta, de vino y de sudor. Por las rendijas de las puertas parecía escapar la respiración entrecortada y brutal del sueño aplastante después de una noche de caricias de fiera y caprichos amorosos de borracho. Pepeta oyó que le llamaban.

Dicho lo que antecede, olvidémonos de los chistes y de los epigramas que se han lanzado contra los juegos florales, y tomémoslos por el lado serio. Nadie negará, en primer lugar, que son una diversión inocente y barata, y no cruel y costosa como, por ejemplo, los toros.

La duquesa mi señora te besa mil veces las manos; vuélvele el retorno con dos mil, que no hay cosa que menos cueste ni valga más barata, según dice mi amo, que los buenos comedimientos.

Y cuando los tenderos se alejaron un poco en dirección a otro grupo de parroquianas, la marquesa siguió catequizando a su amiga con este susurro: No se prive usted de comprarla si le gusta... y en verdad, es muy barata... Basta que venga usted conmigo para que no tenga necesidad de pagarla ahora. Yo tengo aquí mucho crédito.

Disimulando su asco, por no lastimar a la infeliz pareja, Juliana dijo a Nina: «¡Pues no le ha caído a usted mala incumbencia con este tipo! Mire que esa sarna se pega. Buena se va usted a poner, señora; buena, bonita y barata... O es usted más boba que el que asó la manteca, o no lo que es usted».

Nunca había reinado en el pueblo semejante fiebre epistolar, a juzgar por el número de contribuyentes que iban a pedir sellos y tarjetas postales. Sabe usted, hija mía, la vida es aquí muy barata decía con volubilidad la buena solterona; la manteca a una peseta la libra... ¿Las hojas de sellos?