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Actualizado: 6 de julio de 2025
Tuvo el bachiller el envite: quedóse, añadióse al ordinaro un par de pichones, tratóse en la mesa de caballerías, siguióle el humor Carrasco, acabóse el banquete, durmieron la siesta, volvió Sancho y renovóse la plática pasada. Capítulo IV. Donde Sancho Panza satisface al bachiller Sansón Carrasco de sus dudas y preguntas, con otros sucesos dignos de saberse y de contarse
La verdad es dijo Peñalver dando un suspiro que del fondo de una mina se sale siempre un poco socialista. A las nueve de la noche, después de comer en Villalegre, partió el tren especial que debía conducirlos a Madrid. Todos volvían muy contentos de la excursión. Esperaban extasiar a sus amigos con el relato del banquete subterráneo. El único que padecía entre ellos era Raimundo.
En cierta solemne ocasión, un día de banquete, Clementina le escondió la dentadura, que tenía sobre el tocador para limpiarla. Cualquiera puede figurarse la desazón que esto produjo a la vieja miss.
Y, cosa singular, se necesitó de este adverso incidente para aliviar el embarazo que la partida comenzaba a sentir, y su audacia natural se recobró con el regreso del anfitrión. No intentaré contar los chistes del banquete de Nochebuena.
El orden que reinó en el banquete fué mucho, y ni una miga de pan, ni una botella rota, ni un plato arrojado, nada hubo que denunciara que allí habían comido tantas personas. La compostura de nuestros soldados es grande, ellos que saben ser buenos y heroicos en la guerra, saben ser también finos, educados, caballerosos, en la paz.
21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y delante de ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 23 Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos banquete; 24 porque éste mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a hacer banquete.
Acordó de hacer un banquete, ansí por no lo poder llevar como por contentarme, que aquel día me había dado muchos rodillazos y golpes. Sentámonos en un valladar y dijo: "Agora quiero yo usar contigo de una liberalidad, y es que ambos comamos este racimo de uvas, y que hayas dél tanta parte como yo.
Fuera de esto, Juana se pintaba sola para disponer cualquier pipiripao o banquete que debía o quería dar algún señor del pueblo, ya con ocasión de boda o bautizo, ya para obsequiar al diputado, al señor gobernador o al propio obispo si venía a visitar la villa.
Bien poseído estaba el marqués de la suntuosidad del aparato escénico, así como de la intachable corrección con que iban sirviéndose a sus comensales los prodigios de su cocinero y los tesoros de su bodega; y por estarlo tanto, andaba más atento a inquirir si ese mismo sentimiento se traslucía en los gestos de sus comensales o en las palabras sueltas del incesante rumor que henchía la estancia, que a responder atinadamente a las frases con que algún colateral, creyendo acertar mejor así, intentaba llevar su atención al asunto ocasional del banquete.
Nada, nada; póngase usted la levita, que la cena espera. ¿Qué cena? Sí, señor; se ha acordado por el elemento vencedor, por los que solicitan la presencia de usted, obsequiarle con un banquete... y vamos a cenar juntos unos doce amigos.... Don Pompeyo no sabía si debía aceptar.... No le dejaron ser modesto; y corrió aturdido a ponerse la levita y el sombrero de copa alta.
Palabra del Dia
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