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Actualizado: 24 de junio de 2025
¿Y sabéis si, por ventura, ese Gaspar tomó bandera en Sevilla para los tercios de Méjico? De Méjico nos escribía, respondió Margarita; pero él nunca nos dijo en sus cartas hubiese entrado en la milicia; y si entró callolo, sin duda por no dar pesadumbre a sus padres.
Y acomodados en los otros, don Feliciano, don Rudesindo, Navarro, don Jerónimo de la Fuente y algunos varones más de los que seguían la bandera del glorioso Belinchón. Al llegar al medio de la Nozaleda, el Duque mandó hacer alto sorprendido de ver aquella muchedumbre abigarrada ocupando la extensa llanura del prado. Era un hombre de unos cuarenta y seis años.
Sus nombres, muchos, son ingleses y también la lengua que hablan. Otras tierras, cercadas por otros mares y bajo diverso cielo, pero son también tierras inglesas. La bandera de San Jorge ondea por todas partes, así bajo el sol de los trópicos como entre las nieves del polo.
En mitad del puerto, el yate blanco del príncipe de Mónaco estaba inmóvil, tirando de su boya. Junto al muelle cercano unas cuantas tartanas cabeceaban, moviendo su mástil único, y un vapor español, ostentando su bandera neutral, descargaba sacos de arroz y toneles de vino. La presencia de varios grupos de hombres diseminados frente á las embarcaciones les impuso prudencia. Dejaban de estar solos.
2 Denunciad en los gentiles, y haced saber; levantad también bandera; publicad, y no lo encubráis, decid: Tomada es Babilonia, Bel es confundido, deshecho es Merodac; confundidas son sus esculturas, quebrados son sus ídolos. 3 Porque subió contra ella gente del aquilón, la cual pondrá su tierra en asolamiento, y no habrá quien en ella more, ni hombre ni animal: se movieron, se fueron.
Duró la accion dos horas y media, y conseguido el triunfo, se celebró con repetidas aclamaciones de viva el Rey, y añadiéndose el consuelo, de que ninguno de los nuestros hubiese precido, cuyo particular beneficio se atribuyó justamente á la Reina Purisima de la Concepcion, cuya efigie iba colocada en la principal bandera, y en los corazones de los soldados, que devotos y confiados, imploraban su auxilio para el vencimiento; porque las fuerzas de los rebeldes ascendian á 5,000 combatientes, sin contar un crecido número de mugeres, que obstinadas los seguian, y no les eran inutiles, porque conducian sin cesar piedras á los hombres, para que no les faltasen en el acto del combate.
«... y no encontramos frases suficientes para anatematizar estos atropellos, hoy que la bandera de la libertad nos da sombra con sus pliegues...» ¡Eso, eso! ¡De ahí, de ahí! Habiendo libertá no hay injusticias. ¡Olé por ella!
Pues aquí contestó el italiano, no pensamos así, y nosotros le otorgamos la corona». A lo cual replicó Velázquez: «Donde se encuentra lo bueno y lo bello es en Venecia: yo doy el primer lugar al pincel veneciano, y quien lleva la bandera es Tiziano .»
La bandera con la cruz roja ya no podía engañar á los artilleros enemigos. Don Marcelo no tuvo tiempo para reponerse de su sorpresa: una segunda explosión más cerca de la tapia... una tercera en el interior del parque. Le pareció que había saltado de repente á otro mundo.
A la izquierda la bandera de la Gendarmería, esa bandera hacia la que volaban sus primeros sueños y sus primeras aspiraciones y que él unía en sus recuerdos juveniles al retrato del soldado que iluminaba la humilde oficina con un reflejo de heroísmo. ¡Oh! vivir como el uno... Morir por la otra...
Palabra del Dia
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