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Actualizado: 25 de junio de 2025
Pero nuestros soldados, con sus oficiales á la cabeza, corrían sobre las bocas de las armas enemigas, disparando al propio tiempo las suyas, cuyas balas hacían un efecto desastroso, mermando las filas rebeldes.
Luego, en los calcañares, me enseñó otras dos señales, y dijo que eran balas, y yo saqué por otras dos mías que tengo que habían sido sabañones. Y las balas pocas veces se andan a roer zancajos. Estaba derrengado de algún palo que le dieron porque se dormía haciendo guarda y decía que era de un astillazo.
Fuera no se oía mas que el silbido de las balas, y golpes sordos en la pared; la cal se desconchaba, las tejas caían a tierra, y frente por frente, en dirección de las barricadas, a trescientos pasos, se veían los uniformes blancos, alineados, que se iluminaban con los fogonazos de sus propios disparos, en la noche obscura, y a la izquierda, al otro lado del barranco de las Minas, se divisaba a los hombres de la sierra que cogían de flanco al enemigo.
Estábamos envueltos por el enemigo, cuya artillería lanzaba una espantosa lluvia de balas y de metralla sobre nuestro navío, lo mismo que sobre el Bucentauro.
¡Calla! ¡es el cómico! exclamó, y de un poderoso tajo cortó mi maza en dos. Aquel Ruperto Henzar era un verdadero demonio. Le vi lanzarse a escape y arrojarse al agua con su caballo, entre una granizada de balas. La profunda obscuridad que reinaba le salvó la vida. Ganó la orilla opuesta del foso y desapareció. ¡El diablo le lleve! exclamó Sarto.
¡Vamos! ¡Pie a tierra! dijo Divès a sus hombres ; no hay que dormirse. ¡Aquí un cartucho! ¡Una bala! ¡Ahora, estopa! Nosotros somos los que vamos a limpiar el camino. ¡Cuidado! Los contrabandistas se colocaron en posición, y el fuego continuó contra los uniformes blancos con entusiasmo. Las balas atravesaban de una punta a otra las filas enemigas.
Me parece que no te equivocas contestó el contrabandista . El pobre Yégof, desde luego, ha perdido la razón. Pero no se trata de eso ahora; Baizel, atiende a lo que te digo: vas a dedicarte a fundir balas de todos los calibres; por mi parte, voy a ponerme en camino de Suiza. Dentro de ocho días, cuando más, las municiones que faltan estarán aquí. Y ve en busca de mis botas.
Cuando los enemigos vinieron á esto, teníamos muy poca artillería de que servirnos, que mucha había reventado y otra por encabalgar, y para las piezas pequeñas no se hallaban ya balas.
Los partidarios de los Salcedo derrotaron a las tropas del obispo, librando mal herido el corregidor Peredo. En estos combates, hallándose los de Salcedo escasos de plomo, fundieron balas de plata. No se dirá que no mataban lujosamente. Así las cosas, aconteció en Lima la muerte de Santisteban, y la Real Audiencia asumió el poder.
Entretanto, todos teníamos fija la vista en el otro extremo de la línea y hacia la carretera, y olvidábamos la espesura del olivar que estaba delante. De pronto, las columnas ocultas entre los árboles salieron y se desplegaron, arrojando un diluvio de balas sobre el frente del ala derecha. Desde entonces, el fuego, corriéndose de un extremo a otro, se hizo general en el frente de ambos ejércitos.
Palabra del Dia
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