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Actualizado: 25 de junio de 2025


Mil otros detalles curiosos, la figura de los motones, la situación de los guindastes, la disposición en que se guardaban la pólvora, balas, víveres, agua, ha sido preciso estudiar y merecerían indicaciones si con ella no se alargara demasiado esta reseña.

¡Y si hubiese visto usted al maldito continuó Santiago cuando yo le planté dos balas en el costado! ¡si usted hubiera visto al monstruo cómo se debatía! pero ¡por los siete Dolores de la Virgen! su sangre era negra, negra como el alquitrán, y olía tan fuertemente a azufre, que Benito creyó que quemaban mechas en la cala.

Se abrazaron por última vez y se dejaron deslizar silenciosamente al agua. Nadaron doscientos metros protegidos por la masa de las rocas, pero pronto un gran griterío les advirtió que estaban descubiertos y una lluvia de balas que silbaron por todas partes les probó que sus perseguidores estaban decididos á impedir que se escapasen. ¡Sumerjámonos! dijo Tragomer. Van á tirar otra vez.

Después siguió escribiendo su diario, continuándolo hasta aquel mismo instante y anunciando en él su propósito de quitarse la vida, sin perder la tranquilidad, sin la menor emoción, con pulso firme. Cuando acabó su tarea eran las ocho de la mañana. Tomó sus pistolas y después de cargarlas con dos balas se las guardó bajo la levita, montó en su carruaje y fue a casa del doctor.

De tal suerte combatida y sin poder de ningún modo devolver iguales destrozos, la tripulación, aquella alma del buque, se sentía perecer, agonizaba con desesperado coraje, y el navío mismo, aquel cuerpo glorioso, retemblaba al golpe de las balas.

Un movilizado que marchaba a la cabeza, recibió una bala en el pecho y cayó. Hubo un momento de confusión y duda. «¡Adelante, adelantegritaron los oficiales. Los hombres pasaron por sobre el cuerpo de su camarada, y bajo una lluvia de balas entraron en la aldea.

Este suceso consternó no poco los ánimos, y se determinó juntar un consejo de guerra, para resolver lo que se habia de egecutar, atendida la situacion en que se hallaban, y las ventajas conseguidas por el rebelde en Sangarara y otros parajes, y á que tambien habian caido en sus manos en Ayabirí, la mayor parle de la pólvora y balas que se habian acopiado para la defensa.

Y ande usted por arenales, por donde hay piedras, sol por arriba y fuego por abajo, y balas por delante... ¡Cuestion de acostumbrarse! ¡Como el burro que se acostumbró á no comer! En la presente campaña, la mayor parte de nuestras bajas son ocasionadas por heridas en las plantas de los piés... Digo lo del burro, señora, ¡lo del burro!

Las balas de cañón, de tan cerca disparadas, mutilaban horriblemente los cuerpos, y era frecuente ver rodar a alguno, arrancada a cercén la cabeza, cuando la violencia del proyectil no arrojaba la víctima al mar, entre cuyas ondas debía perderse casi sin dolor la última noción de la vida.

¿Y aquel joven deslumbrante, que en un encuentro, tal vez suscitado por él, muere entre los brazos de una mujer abnegada, que quiere defenderlo con su cuerpo contra los golpes de su matador implacable?... Y el matador, poco después, cae en una plaza pública, bajo las primeras balas de un motín insignificante....

Palabra del Dia

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