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Actualizado: 26 de junio de 2025
Allí estaba lo mejorcito de la Bolsa. «Alcistas», que respiraban satisfacción por la reciente victoria; los partidarios de la baja, mustios y desalentados, y los que ganaban siempre, los corredores y sus ayudantes, gente joven y amiga de Juanito, recordando con cierto enternecimiento las bromas que se permitían con aquel barbudo de corazón de niño.
Un artista, que por sus obras excelentes llegaba á merecer el título de maestro, reunía en torno suyo un grupo más ó menos numeroso de jóvenes á quienes revelaba los secretos del arte é infundía su propio espíritu, adiestrándolos lentamente para hacerlos primero sus ayudantes, luego colaboradores de sus obras.
Los ayudantes de la limpieza, agarrados a los hierros, presenciaban la corrida, rebullendo y peleándose como monos en jaula para ocupar la primera fila. El viejo los distribuía hábilmente durante la semana al proceder a la limpieza de la plaza.
Es el maestro un afamado cocinero... ¡Y hay que ver lo grave y serio que se pone...! ¡No bromea...! ¡Oficia...! A la apertura del curso, hizo su entrada seguido de sus ayudantes; saludó, y, sin decir una sola palabra, comprobó el calor del horno; luego volvióse hacia nosotros y, apoyando las manos en la tribuna, es decir, sobre la mesa, principió: «Señoras y señores: hoy vamos a estudiar «el pollo a la Trevoux». Este plato fué descubierto por el famoso Birochon, en mil setecientos ochenta y dos; esta lumbrera de la Cocina francesa estuvo al servicio del duque de Brunswick...»
El chauffeur necesitaba dos ayudantes para atender á este rebaño de mastodontes. Pero el dueño sólo hacía memoria de la habilidad con que creía haber engañado á los vendedores, ansiosos de perder de vista tales monumentos. A los hijos les recomendaba modestia y economía. Somos menos ricos de lo que ustedes creen. Tenemos muchos bienes, pero producen renta escasa.
En la última de Julio anunció el oculista a su cliente que se marchaba a principios de Agosto a dar una vuelta por Alemania. «Pero ya no necesita usted que yo lo vea. Le doy de alta, y por lo que pueda ocurrir, uno de mis ayudantes pasará por aquí tres o cuatro veces mientras yo esté fuera». Bringas oyó con júbilo esta despedida del concienzudo médico, indicio cierto de que el mal estaba vencido.
Los pastores del rebaño monstruoso, el chauffeur y sus ayudantes, habían partido también para incorporarse al ejército. Todos se marchaban. Finalmente, sólo quedarían él y su hijo: dos inutilidades. Rugió al enterarse de la entrada de los enemigos en Bélgica, considerando este suceso la traición más inaudita de la Historia.
Dos sabios de laboratorio y su séquito de ayudantes, llegados de la capital en varios automóviles, se encargaron del golpe decisivo, pinchándole en las muñecas y en los tobillos con las agudas lanzas de unas mangas de riego. Así le inocularon el soporífico paralizante. Es verdaderamente extraordinario continuó el profesor que haya conocido usted el nuevo sol que ve en estos instantes.
Se encontraban a la puerta de la venta Martín y Bautista, cuando pasó, envuelto en su capote, Briones, el hermano de Rosita. Le saludó a Martín muy afectuoso y entró en la venta. Vestía uniforme de comandante y llevaba cordones dorados como los ayudantes de generales. He hablado mucho de usted a mi general le dijo a Martín. ¿Sí? Ya lo creo. Tendría mucho gusto en conocer a usted.
Paseábanse sobre cubierta los hombres que se habían preservado del azote común, por una complexión especial, o por la costumbre de viajar. Entre ellos se hallaba el gobernador de una colonia inglesa, buen mozo y de alta estatura, acompañado de dos ayudantes.
Palabra del Dia
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