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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Su sobrina las leyó en voz alta, y dijo: Tranquilícese usted, tío; Magdalena no ha sufrido ni un solo acceso de tos. ¡Dios mío! exclamó Avrigny mirando a su sobrina con asombro manifiesto. ¡Todo lo adivina esta criatura! ¡Lo ha comprendido todo! , tío, , he llegado a comprender toda la ternura que encierra su corazón.

¡Señor de Avrigny! decía el joven, aturdido por las palabras de su antiguo tutor. ¡Qué es eso! repuso el padre de Magdalena con acento más tranquilo, pero más mordaz todavía. Te ofenden mis reproches porque son justos, ¿no es cierto? Pues no tendrás más remedio que habituarte a ellos si sigues llevando esa vida ociosa, o renunciar a tratarte con un tutor regañón y descontentadizo.

No me digas nada prosiguió el doctor; de sobra que te es indiferente todo esto y que tu noble corazón sólo desea cariño. Escucha, pues, Antoñita: a ti te conviene casarte, ¿estamos? Antonia intentó replicar; pero el señor de Avrigny, le impuso silencio con un gesto.

«Querido tutor: »Terminada mi carta oficial al señor de Avrigny, carta descarnada y seca como todo formalismo, ¿permite usted a su hijo que le hable con el lenguaje de la gratitud y de los sentimientos que llenan su corazón? »Amo a Magdalena y ella corresponde a mi afecto. Si hemos tardado tanto en hacerle a usted esta confesión, es porque nosotros no habíamos sondeado aún nuestras almas.

Por eso al preguntar el joven si el señor de Avrigny estaba visible, le contestó el criado, como quien habla a una persona con la cual no rezan ciertas trabas impuestas por conveniencias sociales: No lo está, señor conde, pero en el saloncito encontrará usted a las señoras. Y como se dispusiese a adelantarse para anunciarle, el joven le indicó que era cosa innecesaria.

Ya en la capital, Amaury mandó parar el coche en el Arco de la Estrella. Perdone, usted dijo el señor de Avrigny; yo también tengo que hacer esta noche. ¿Tendré el gusto de verle? El padre de Magdalena contestó con un signo afirmativo. El joven se apeó, y el coche siguió rodando en dirección a la calle de Angulema. Acababan de dar las nueve de la noche.

No es posible equivocarse, tío, y usted está bien seguro de su amor... como también lo estoy yo. Avrigny no replicó porque su convicción era la misma de su sobrina. Se abrió de pronto la puerta del aposento y José, el ayuda de cámara del doctor, entró para anunciarle que el criado del conde Amaury de Leoville traía para él una carta de parte de su amo.

»De aquí a dos o tres meses todo habrá terminado y no sufriré ya. »¡Dos o tres meses! ¡Qué largo es ese plazo! »Mas, ¡cuán ingrato soy! ¡Perdóname, Dios mío! El 1.º de mayo hacia las once de la mañana como tenía de costumbre, llegó Antoñita a Ville d'Avray, encontrando al doctor Avrigny inclinado un grado más, hacia la sepultura.

razonas así: Soy rico, y por lo tanto, tengo derecho a ser inútil; y con arreglo a tan luminoso raciocinio tu título de nobleza ha venido a parar en privilegio de holgazanería. ¡Padre mío! exclamó Magdalena, atemorizada por la irritación creciente del señor de Avrigny. ¿Qué es lo que dice usted? ¡Nunca le he visto tratar a Amaury de ese modo!

No te entiendo, Antoñita, si no te explicas mejor. que me entiende usted, tío dijo la joven rodeando con sus brazos el cuello de Avrigny. ¡Ya lo creo que me entiende!... Tan bien como yo le he comprendido. ¿Pero estás loca, chiquilla? exclamó el doctor, aterrado. ¿Que me has comprendido, dices? , señor. ¡No puede ser!

Palabra del Dia

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