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Actualizado: 22 de junio de 2025
Y les señaló un cartelón pegado a la pared, cerca del reloj. Vean ustedes esto y se convencerán que los austriacos son verdaderamente amigos nuestros. Las cejas del anciano Materne se unieron; pero reprimiendo acto continuo aquel estremecimiento, dijo: ¡Ah, bah! Sí; lean eso. Pero si yo no sé leer, señor Dubreuil, ni mis hijos tampoco; explíquenos usted por encima de lo que se trata.
Es ilusión mía; pero de tal modo aviva mis recuerdos la similitud del paisaje, que me parece ver y oír lo que estoy contando... Pero querréis saber cómo fué que vencimos a los rusos y a los austriacos, y os lo voy a referir. Al amanecer, ¡oh, chiquillos!, los rusos bajaban maquinalmente por aquella alta colina de enfrente, con objeto de venir hacia nuestra derecha para cortarnos el camino.
Pues allí están los rusos y los austriacos. ¿Sabes cuál es su intención? Pues quieren cortarnos el camino de Viena, para lo cual tendrán que bajar de la colina de Pratzen y situarse entre nuestra derecha y los pantanos. ¡Mira si son estúpidos! Eso precisamente es lo que quiere el Emperador, y todo lo dispone de modo que parezca que nos retiramos hacia Viena.
¿Y son esos granujas de austriacos, de prusianos, de rusos y demás miserables sacados del fondo de Europa la causa de todo esto? exclamó Hullin agitando la tranca ; ¡pues tened cuidado! ¡Nosotros os obligaremos a pagar el gasto!...
Fue Gravina a Madrid a decírselo a Godoy, previendo grandes desaires si no ponía al frente de la escuadra un hombre más apto; pero el Ministro le contestó cualquier cosa, porque no se atreve a resolver nada; y como Bonaparte anda metido con los austriacos, mientras él no decida... Dicen que éste también está muy descontento de Villeneuve y que ha determinado destituirle; pero entre tanto... ¡Ah!
Los austriacos quedaron triunfantes, pero no abusaron de la victoria; hubo algunas casas saqueadas pero fueron aquellas en que se defendió el enemigo. Nosotros no recibimos el menor daño personal, gracias a Dios, pero materiales, ¡tenemos ya sufridos tantos!
Hombre de espada y católico, creyó que su deber era combatir al turco; y recomendado por sus protectores austriacos, pasó á la corte de Petersburgo. El general Saldaña fué simple comandante de escuadrón en el ejército ruso. Los oficiales hablaban con él en francés. Sus jinetes harto le entendían cuando se colocaba ante el escuadrón y, desenvainando el sable, galopaba el primero contra el enemigo.
España no se somete, no, señor, no se somete exclamó de improviso el anciano, quebrantando el voto de su antes silenciosa prudencia, y levantándose de la silla para expresar con frases y gestos más desembarazados los sentimientos de su alma patriota . España no se somete, Sr. D. Luis de Santorcaz, porque aquí no somos como esos cobardes prusianos y austriacos de que usted nos habla.
Mi carácter, que ávido busca estas emociones por todas partes, mi opinion respecto á los austríacos, la ancianidad respetable del veneciano que tenia delante de mí, su acento tierno y sentido, todo me penetró en el alma, todo me conmovió.
¡Qué! ¿Que el enemigo se acerca? No se comerá a usted... No, pero todo lo devora sin compasión. La anciana Ursula, de Schlestadt, que llegó ayer tarde, dice que los austriacos no quieren mas que knoepfe y noudel; los rusos, schnaps, y los bávaros, chucruta.
Palabra del Dia
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