United States or Barbados ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y después de estos razonamientos tan juiciosos, como doña Inés no pagaba a Juanita sino lo que cosía, y no le pagaba, para no humillarla, ni las horas que empleaba leyéndole libros ni el tiempo que perdía escuchando sus disertaciones, resultaba doña Inés, por obra y gracia de lo mirada que era, tenía lectora y auditorio y acompañante de balde.

Los que estaban lejos se incorporaban para escuchar, apoyándose en la mesa o en el hombro del más cercano. Recordaba el cuadro, por modo miserable, la Cena de Leonardo de Vinci. La atención profunda del auditorio, el interés que se asomaba a las miradas y a las bocas entreabiertas, sedujeron al Tenorio de Vetusta, le halagaron y habló como podría hablar sobre el pecho de un amigo.

Leyendo una vez Arias, para , una carta en el escenario del Teatro de Madrid, tuvo suspenso al auditorio largo tiempo, expresando sus emociones al leerla, y por último, lleno de ira, rompió la carta y comenzó á declamar versos muy vehementes. Y todos lo alabaron y convinieron en que, en dicho día, conquistó mayor admiración accionando que declamando. Caramuel, Primus Calamus, tomo II, pág. 706.

En el Orden de Jesús se concentró la quinta esencia del espíritu católico: la historia del Orden de Jesús es la historia de la gran reacción del catolicismo. Este Orden se apoderó de todos los medios y fuerzas con que se dirige y manda el espíritu del pueblo: del pulpito, de la prensa, del confesionario y de las academias. Donde predicaba el jesuíta, la iglesia era pequeña para el auditorio.

Pues bien, si Jacobo no hubiera cometido el crimen por el cual fué condenado, ¿qué diríais? Esta vez el bello Cristián no pudo dudar de que se había apoderado de su auditorio. Todos se callaron y sus ojos fijos en él con apasionado ardor, sus actitudes violentadas por una intensa curiosidad, indicaban el interés que había sabido excitar en todos los espíritus.

Gante, 3 de noviembre. Mis dos primeras conferencias han salido muy bien; he recogido no pocos aplausos y, lo que es mejor, he tenido un auditorio numeroso y entusiasta.

Reinó en el auditorio silencio profundo y ansioso. A pesar de la atmósfera desfavorable que habían formado en torno suyo, su figura delicada, poética, donde resplandecía la humildad, no podía menos de causar impresión favorable. Soy inocente del crimen que se me imputa. En las manos de Dios, en quien he dejado hace tiempo todos mis pensamientos y cuidados, dejo ahora también mi sentencia.

Estas bases no eran otras que la religión, la propiedad y la tradición. Hablaba con autoridad, en un tono sencillo y persuasivo, con palabra atildada y correcta. El auditorio le escuchaba atento, sumiso, convencido de que era el Espíritu Santo quien por boca del venerable sacerdote les ordenaba tener mucho cuidado con la tradición, con la religión, y sobre todo con la propiedad.

El buen avaro, bien como se vió señalado y proclamado por el más rico del auditorio, dió un paso atrás, y poniéndose entrambas manos en los bolsillos, daba al diablo al perro, y apellidaba aquello por algo de brujería.

Lázaro tosió; el auditorio tosió también. La primera palabra se hacía esperar mucho; por fin el orador tomó aliento, y desafiando aquel abismo de curiosidad que se abría ante él, comenzó á hablar. #La primera batalla#. Lázaro era un poco retórico en la augusta cátedra del club democrático de Zaragoza.