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Actualizado: 12 de junio de 2025
Adriana, en tanto, entendiendo todo lo que decían, a través de las lágrimas, los ojos asombrados de Raquel, recordó las veces que se había complacido en humillarla. El remordimiento, un remordimiento íntimo, amargo, le llenó el corazón. Su antigua maldad le pareció incomprensible.
Habían inventado esta mentira para humillarla... Mas... ¿cómo se les había ocurrido semejante cuento?... ¿Por qué había recaído sobre ella y no sobre alguna otra? Sacó el odre del agua y se puso á zarandearlo. El ruido de la leche dentro hizo coro al glu glu de la fuente.
De esta villa insigne por su maravillosa situación geográfica y por el talento de sus hijos, blanco de la envidia, no sólo de Sarrió, sino también de Santander y Bilbao y todos los demás puertos de la costa cantábrica, que en vano han pretendido humillarla; de este pueblo generoso, patriota, idealista, fue nombrado teniente párroco el joven presbítero protagonista de esta verídica historia.
Le digo francamente, que la hallo encantadora y le aseguro que manteniendo mis sentimientos hacia usted en el límite que la lealtad me lo exigía, no he dejado de contraer un gran mérito. No veo en esto nada de muy humillante para usted; lo que podría humillarla con muy justo título, señorita, es verse amada por un hombre muy resuelto á no casarse con usted.
Y después de estos razonamientos tan juiciosos, como doña Inés no pagaba a Juanita sino lo que cosía, y no le pagaba, para no humillarla, ni las horas que empleaba leyéndole libros ni el tiempo que perdía escuchando sus disertaciones, resultaba doña Inés, por obra y gracia de lo mirada que era, tenía lectora y auditorio y acompañante de balde.
«No pasa día sin que tropiece en la calle con personas, que ni siquiera se cuidan de saludarme, porque creen haberme pagado bien con su dinero, y sin embargo, a haberlas yo abandonado, ahora reposarían para siempre en el fondo del sepulcro, en vez de pasear a la luz del sol... ¡Y yo, que he sabido combatir a la muerte y llegar a humillarla en pro de seres extraños y hasta desconocidos para mí, tendré que sucumbir forzosamente ahora que lucho por la vida de mi hija, que es mi propia existencia!
Palabra del Dia
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