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Actualizado: 29 de mayo de 2025


Estos poetas españoles escribieron sus obras principales antes de llegar a los años de la madurez. Entre los poetas de las tierras del Norte la inteligencia anda mucho más despacio. Molière tuvo que educarse por mismo; pero a los treinta y un años ya había escrito El Atolondrado.

Y como si gozase manteniendo latente la curiosidad de Fernando, empezó por hablar de Nélida y su familia. ¡Todos contentos! El hermano pequeño atolondrado por las reprimendas de la madre y el enojo patriarcal del señor Kasper, parecía haber olvidado sus amenazas, absteniéndose de hacer revelaciones al hermano mayor.

, muy extremoso replicó Butrón , pero también muy atolondrado. ¿A que no te pone señas ningunas?... No, ningunas... Pues ya ves, a tampoco me las ha dejado, y me precisa enviarle ciertas instrucciones que después de su marcha he recibido... Por eso venía a preguntarte esta noche si sabías dónde paraba.

El atolondrado rapaz, lanzado a las filas de un ejército sin tener conocimiento del mundo, con viva imaginación, arrebatado temperamento y ningún criterio; igualmente fascinado por las ideas buenas y las malas, con tal que fueran nuevas, pues todas echaban súbita raíz en su feraz cerebro, acogía con júbilo las lecciones del astuto amigo; y su lenguaje, su nervioso entusiasmo, sus planes entre abominables e inocentes, todo anunciaba que don Diego se disponía a cometer en el mundo mil disparates.

Á la media hora sólo se oían los ahogados gemidos del aire que entraba por las rotas vidrieras de las ojivas del templo, el atolondrado revolotear de las aves nocturnas que tenían sus nidos en el dosel de piedra de las esculturas de los muros, y el alternado rumor de los pasos del vigilante que se paseaba envuelto en los anchos pliegues de su capote, á lo largo del pórtico.

En el cambio de tono de su voz conocí que mi horrible turbación era apreciable, y como por nada del mundo habría aceptado permanecer un solo segundo más en aquella situación sin salida, balbucí algo tan fuera de razón, que me acobardé, perdí la cabeza y, atolondrado, neciamente me di a la fuga. Aquella noche deserté del salón de mi tía y me encerré en mi cuarto de miedo de ser sorprendido.

Nada de particular halló don Silvestre por las calles, fuera del ruido de los carruajes y del incesante movimiento de la gente. Teníale el estrépito ensordecido, y tan atolondrado, que tropezaba con todos los transeuntes, y rompió siete cristales de otros tantos escaparates por huir de los coches, pensando que le atropellaban.

Era un espléndido navegante y verdaderamente intrépido. Conocía tan bien el Mediterráneo como otros hombres conocen la calle Cable, en Whitechaple, y su vida había estado llena de aventuras. Pero en tierra era un loco atolondrado. Recuerdo con cuánta dificultad escapamos una vez con vida de una pequeña ciudad de la costa de Argelia.

Nieves, que estaba deseándolo, complació bien fácilmente a su padre; el cual, al verse solo y al reconocer su herida, observó que con el final de la reciente escena había desaparecido el clavo, pero dejando la punta dentro. Cerca del anochecer, llegó don Claudio Fuertes. Don Adrián sorprendido y Leto atolondrado, bajaron hasta muy cerca de la botica sin decirse una palabra.

Detesto, me estomaga el perdon agresivo y atolondrado de los franceses, y mi mujer lo aborrece aún más, porque mi mujer es más española que yo. Gracias á que, como habla en español, no la entienden. Si supiera francés, es casi seguro que nos veriamos en más de un compromiso. Tales son las rudas claridades con que agasaja á los franceses y á las francesas con especialidad.

Palabra del Dia

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