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Al ver esta muestra de debilidad, las amigas apretaron el asedio, enviando cada cual un argumento más o menos poderoso; sobre todo Luisa, era incansable en formar silogismos, que alternaba sin cesar con súplicas ardientes. Al fin Lolita volvió lentamente la cabeza hacia Asunción. La pobre niña seguía en la misma postura, abatida, ocultando siempre el rostro con las manos.

En las propias actuaciones habrá notado V.S. que aun subsiste en el ánimo de los indios, muy vivo el recelo de caer en ese infortunio, y que por eso han soltado una que otra expresion relativa á estos puntos, ya diciendo que los españoles son muy temerarios y tiranos, y ya que los han de hacer esclavos, ó sugetarlos á encomiendas, si se juntan con los Aucahuincas que se salvaron del asedio de la ciudad de Osorno.

La envidia ; el corazón del hombre ; la poca seguridad de los amigos ; el olvido ; la instabilidad de la fortuna ; la soledad; la soledad, sobre todo, afligía al hombre que con el bullicio y el enredo se alimentaba . Con todo, como «la nación española dentro de un asedio es la más paciente de todas, que en esta opinión es tenida y los testimonios de historias lo confirman, no había que pensar que á él le tomaran por hambre en el asedio de la soledad

La casa de Paco era un terreno neutral; el lugar más a propósito para comenzar en regla un asedio y esperar los acontecimientos. Don Álvaro lo sabía por larga experiencia. En casa de Vegallana había ganado sus más heroicas victorias de amor. Su orgullo le aconsejaba que no hiciera en favor de Ana Ozores una excepción que a todo Vetusta le parecería indispensable.

Con esta ocasión pudiéramos entretener algunos días el armada en demandas y respuestas, para que mientras ellos perdían tiempo en esto, tuviésemos lugar de fortificarnos mejor, y Sicilia y Nápoles proveer sus marinas y estar más apercibidos, porque cuanto más se detuvieran en esto, menos tiempo tuvieran para sitiarnos, y así no se pasara en el asedio el trabajo y necesidad que se pasó de agua.

Ofrecía, pues, la suya con la certeza de sucumbir en el fuerte, porque no podía hacerse ilusiones en cuanto al socorro que hubiera de darle la armada de S. M., deshecha y desmoralizada; pero contaba entretener á la del Turco en el asedio todo el verano, y librar, por consiguiente, á Sicilia y Nápoles del gravísimo peligro de tener sobre sus costas á los mahometanos victoriosos.

Con una lenta ondulación de raso, después de largo y febricente asedio, veo tu sombra deslizarse en medio de una esfumada claridad de ocaso. El leve aroma de tu carne acaso sea el que impregna de tu parque el predio; como la rosa que al morir de tedio deja su esencia en el marfil del vaso. El sol que copia tu mirada ambigua, sobre tu negra cabellera undosa, irisa el tul de la vestal antigua.

»Si os teméis de largo asedio, acometed luego los enemigos, porque cuanto más lo dilatáredes, menos gente ternéis para ello, y la que hobiere estará tan débil y flaca, que no podrá pelear.

Hasta la alta techumbre llegaban los conos pintados de rojo con aros negros; torreones de madera semejantes a las antiguas torres de asedio; gigantes que daban su nombre al departamento y contenían cada uno en sus entrañas más de setenta mil litros. Bombas movidas a vapor trasegaban los líquidos, mezclándolos.

Se habló de la belleza de la Tosti. Ramoncito, enternecido por el triunfo que acababa de obtener, quiso negársela; maldijo de las mujeres altas, y sobre todo de las rubias. Su amigo Pepe, alarmado por este desahogo que daba al traste con todos los planes de asedio en que habían convenido, le hizo una porción de guiños disimulados hasta que consiguió traerlo al buen camino.