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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Romanos armados salen de detrás de la montaña, arrastrando a las sabinas robadas, bellas mujeres, medio desnudas, que se resisten, gritan, muerden las manos de sus raptores. Sólo hay una que permanece del todo tranquila, y se diría que duerme en los brazos del romano que la lleva.
Jugó a la alza, cuando ésta se mostraba firme, y de repente la baja se pronunció, sin saber cómo ni por qué, arrastrando en su caída a muchos incautos, él entre ellos; quedó deudor de cierta suma, a pagar dentro de las veinticuatro horas, no se atrevió a acudir al padre, esperando resarcirse en otra jugada, y para salir del paso valióse del usurero.
A las nueve y media tocó el barco, y fué arrastrando como dos cuadras, hasta que cayó en 5 brazas.
Acudieron su mujer y sus vecinos con luces, y halláronle haciendo efectos de nadador, soplando y arrastrando la barriga por el suelo; y meneando brazos y piernas con mucha priesa, y diciendo a grandes voces: "¡Socorro, señores, que me ahogo", tal le tenía el miedo, que verdaderamente pensó que se ahogaba.
Por las terrazas, enormes serpientes veneradas como dioses, se iban arrastrando, ya entorpecidas por el frío. Y aquí y allá, al pasar, encontrábamos budistas decrépitos, secos como pergaminos y nudosos como raíces, entrecruzados de piernas en el suelo bajo los sicomoros, inmóviles como ídolos, contemplándose incesantemente el ombligo en espera de la perfección del Nirvana.
¡En la nueva edificacion trabajaban arrastrando cadenas los infelices cristianos que Almanzor habia llevado á Córdoba cautivos, de vuelta de sus periódicas espediciones! 1 Vestíbulo del Mihrab. 2 Mihrab ó santuario. 3 Maksurah, recinto privilegiado y cercado, solo accesible al Ymám y á los ulemas, alkhatibes, almocries y demas ministros del templo.
Desde una semana antes, la granujería corría las calles arrastrando sillas rotas y esteras agujereadas, pidiendo a gritos, con monótona canturía, «¡Una estoreta velleta...!»
Llegué mi boca a la suya, y vi que no respiraba poco ni mucho. Quise morderla, por ver si volvía en sí, y no hallé parte en toda ella que el asco no me lo estorbase; pero, con todo esto, la así de un carcaño y la saqué arrastrando al patio; mas ni por esto dió muestras de tener sentido.
Otras salían arrastrando zapatos en chancleta por aquellos empedrados de Dios, y al ver a las forasteras corrían a sus guaridas a llamar a otras vecinas, y la noticia cundía, y aparecían por las enrejadas ventanas cabezas peinadas o a medio peinar. «¡Eh!, chiquillos, venid acá» repitió Guillermina; y se fueron acercando escalonados por secciones, como cuando se va a dar un ataque.
Ya le apoyaba un dedo en el carrillo, para provocarla a risa; ya remedaba a un lagarto, arrastrando la mano por el cuerpo de la nené arriba, e imitando los culebreos del rabo; ya se fingía encolerizado, espantaba los ojos, hinchaba los carrillos, cerraba los puños y resoplaba fieramente; ya, tomando a la nena en peso, la subía en alto y figuraba dejarla caer de golpe sobre las espigas.
Palabra del Dia
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