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Actualizado: 14 de octubre de 2025


No; no hay belleza sin metafísica; no hay arte sin espíritu; no hay flor aromática sin aroma. El arte, el arte verdadero, el arte profundo y caritativo de aquella Concepcion y de esa cúpula, es un Dios que habla al mundo por boca del hombre. Cuando se hallan creaciones semejantes, el arte se convierte en una especie de revelacion, y se le adora.

Pero le quedó al libro el encanto de lo vedado, el aroma excitante de lo prohibido, y una tarde volvió a entrar en el cuarto de Tirso para hojearlo. La madre estaba en la cocina y el padre postrado en su sillón. Llamaron a la puerta, ella no oyó nada, abrió doña Manuela a Pepe y, al cruzar éste el pasillo, sorprendió a su hermana leyendo.

El olor a colonia desapareció, como deslumbrado por el más picante y complejo, que era una atmósfera casi espiritual de Serafina; aquel olor a perfumes fuertes, pero finos, mezclado con el aroma natural de la cantante, era lo que determinaba siempre en Bonis las más violentas crisis amorosas.

El viejo se apoyaba en el brazo del mancebo, fingiendo fatigarse para oprimírselo cariñosamente, mientras la luz de los cielos, la pureza del aire y el penetrante aroma que se alzaba de los terruños soleados parecían envolverles en la bendición suprema del verdadero Dios.

Por cierto que al hacer el examen minucioso de estos órganos Moreno tuvo una frase feliz que causó profunda impresión en el antiguo comerciante. Este polvo, residuo de la digestión de la planta, es precisamente lo que, al herir la mucosa de la nariz, nos causa esa sensación agradable que llamamos aroma.

El aire vivo que me hería las sienes, el aroma penetrante del azahar, los olores cordiales del campo que a él se mezclaban, la caricia ardiente de aquella naturaleza poderosa que sentía en el rostro me embriagaban, me causaban escalofríos de dicha. La torre que había visto se acercaba, elevándose cada vez más a mis ojos. El blanco grupo de casas yacente a sus pies se extendía.

Mi deseo es admirarlas en la planta. Dicen que hay tantísimas clases de rosas: yo quiero verlas, Ponte; yo quiero aspirar su aroma. Se dan grandes y chicas, encarnadas y blancas, de muchas variedades.

Ahora mismo, en esa música que acabas de hacerme oír y que he escuchado tantas veces, he percibido nuevas melodías que no sospeché jamás y el aroma de mis flores me produce sensaciones que nunca conocí y que quizá no vuelva ya a percibir cuando haya recobrado la salud por completo.

Lugares no excusados son estos á que poéticamente nombra jardines la gente de mar. Ni al restaurar las carabelas cabe olvidarlos, ni con aroma los sabrá describir quien no tenga la sal de los dos autores antináuticos con tanta frecuencia citados en esta exposicion. Háganlo ellos.

»Ignoro cuánto tiempo estuve en el cementerio, quizás no habría salido de aquel sagrado recinto si el postillón, desde lo alto de la tapia, no me hubiera avisado que ya era hora de que volviese a mi coche. »Entonces rompí una rama de los rosales que adornan el sepulcro, y me alejé de allí, cubriendo de besos aquellas flores en cuyo aroma creía yo respirar el puro aliento de mi pobre Magdalena

Palabra del Dia

mármor

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