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Actualizado: 20 de julio de 2025
Y allá en el fondo del paseo arbolado, vio asomarse la iglesia del Pilar, aquella iglesia pequeña, que más de una vez, bajo el oro del otoño en las hermosas tardes, ella contemplara desde la casa de las Aliaga imaginando idilios con Julio. ¡Cómo se habían alejado de pronto, hacia una irrealidad extraña, aquellos tiempos! Ahora le parecía otra, la iglesia del Pilar.
El balcón, abierto, dejaba ver las obscuras masas del arbolado del jardín; las estrellas brillaban convidando a dulces meditaciones; ardían los cirios ante Pilar, y en la fachada de Artegui se veía luz al través de unas cortinas.... Bajar diez escalones, y encontrarse en el jardín; atravesar el jardín, y encontrarse sobre un pecho amante que para ella era cera suavísima, acero para sus enemigos.... ¡Horrible tentación!
Descendemos por la carrera de San Jerónimo; luego avanzamos a lo largo del paseo de las Delicias, entre el ramaje seco del arbolado; cruzamos frente a la ronda de Valencia; bajamos por una vía ancha, solitaria, pendiente.
No se le ve el cauce; pero te le va señalando bien esa faja de vapores que se van elevando y deshaciendo con el sol, la abundancia de arbolado y cierto verdor del terreno... Repara con qué gracia está tendida Villavieja en el suyo. Ella es fea como un demonio, mirada calle a calle y casa por casa; pero vista en conjunto, hasta su color de hollín le hace gracia.
Mire usted, don Víctor le decía a su amigo esa niña merece un rey, y por lo menos un magistrado que pronto será Regente, como usted, v. gr. Figúrese usted una mina de oro en un país donde nadie sabe explotar las minas de oro; eso es Anita en mi querida Vetusta. En Vetusta lo mejor es el arbolado. Deje usted la flora, don Tomás.
Julián abría mucho los ojos, deseando que por ellos le entrase de sopetón toda la ciencia rústica, a fin de entender bien las explicaciones relativas a la calidad del terreno o el desarrollo del arbolado; pero, acostumbrado a la vida claustral del Seminario y de la metrópoli compostelana, la naturaleza le parecía difícil de comprender, y casi le infundía temor por la vital impetuosidad que sentía palpitar en ella, en el espesor de los matorrales, en el áspero vigor de los troncos, en la fertilidad de los frutales, en la picante pureza del aire libre.
Las producciones del término municipal de Teruel, dijimos antes que eran algo escasas, menos el cáñamo, que es el ramo que constituye esencialmente la riqueza de la vega: arbolado se ve ya bastante.
Veíanse a lo lejos los cobertizos que resguardan las mercancías, las largas filas de vagones polvorientos, la arena de las vías ennegrecida por las escorias del carbón, las líneas paralelas de los railes abrillantados por el roze, y el arbolado de la cuesta de Areneros, cuyo ramaje comenzaba a ponerse amarillo con los ardores del verano.
Dormía en una sala baja, húmeda, con rejas a un largo pasillo, el cual las tenía a la huerta. Desde los duros camastros veíase la espesura del arbolado; pero, al través de las rejas dobles, la alegría del intenso verdor llegaba a los ojos de los orates mermada o casi perdida, con un efecto de país bordado en cañamazo. En el dormitorio no cesaban, ni aun a horas avanzadas, los cantos y gritos.
Desde Pascua florida hasta el equinoccio de otoño próximamente, los curas se quedaban casi solos en el Espolón; pero en Octubre volvían algunas señoras que tenían miedo a la humedad y a la influencia del arbolado allá arriba en el paseo de Verano.
Palabra del Dia
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