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Este Obispo, Caballero gran Cruz de Isabel la Católica y Socio correspondiente de las Academias Española y de la Historia, visitó con celo verdaderamente apostólico toda la diócesis, administrando el santo Sacramento de la Confirmación hasta en los pueblos mas pequeños, y dirigiendo en todos ellos su paternal y cariñosa voz a los fieles: reedificó la escuela de la enseñanza y reconstruyó el ex-convento de Capuchinos en las inmediaciones de Teruel, para establecer en él como estableció una casa de misión y corrección . Escribió y publicó varios artículos en la Revista Católica, Pastorales y discursos llenos de erudición, entre ellos el que pronunció en Madrid por encargo de la Academia Española, en el aniversario de Cervantes, año 1864.

Mas este su celo le hubo de costar presto la vida, porque siendo como era Misionero verdaderamente Apostólico, incapaz de reposo y descanso, apenas llegó á la nueva Reducción cuando al punto quiso ganar para Cristo á los Auropés y Tabacis, siendo preciso para conseguirlo pasar profundos pantanos y lagunas, caminando muchas veces bañado, así del agua que caía del cielo como del mucho sudor en que se resolvía para vencer no pocos ni ligeros embarazos.

Vino el último de todos el Mapono que con toda su chusma se puso muy humilde y modesto delante del apostólico varón, quien recibiéndole con los brazos abiertos le sentó á su lado, y empezando á hablar de la Religión, mostró cómo sin el conocimiento del verdadero Dios, y sin la fe de Jesucristo no era posible salvarse, diciendo también de los Tinimaacas y de aquella diabólica Trinidad cuanto le dictó el celo de la gloria divina y la santa indignación de verlos triunfar por tantos siglos hechos señores de aquella tierra.

El ejército está profundamente dividido dijo Salvador , pues me consta que el bando apostólico o carlino, como ahora se llama, ha hecho últimamente grandes adquisiciones en la Guardia Real.

Y á la verdad, uno entre otros engaños en que vivía cuando en Europa ardía en deseos encendidos de venir á Indias, era persuadirme que para un Misionero Apostólico de estas partes, bastaba tener un gran celo de las almas; pero quien leyere esta relación, hallará que son más las ocasiones de ejercitar la interna abnegación del ánimo, la paciencia, la humildad y la mortificación en mismo, que el celo de las almas con los otros, cuando yo refiero aquí poco más que trabajos corporales, que son la menor parte de los que se ofrecen que sufrir.

Desempeñó su ministerio apostólico con gloria inmortal, y murió en olor de santidad en Zaragoza en 25 de Junio de 1643: fue depositado su cadáver en dicha capilla del Salvador y al año siguiente trasladado a la Iglesia de Moyuela.

Admiró el P. Superior su fervor; mas temiendo no fuese que este apostólico celo los empeñase, con gravísimo riesgo de sus vidas, en empresas que no pudiesen salir sino con grandísima dificultad, juzgó no podía condescender con sus instancias.

Dejo para menos apasionadas plumas la confirmación de este dictamen mío, que podrá parecer sospechoso por interesado, y pongo por conclusión de la censura la que se merece una obra toda de la gloria de Dios, para que en la luz pública logren todos ejemplos de la virtud más heroica y del más apostólico celo. Este es mi dictamen, salvo, etc.

Entre las destempladas razones que en ella se leen contra el Pontífice Julio II, autor de semejante desmanes, están las siguientes: «De todo lo cual habemos recibido grande alteracion, enojo é sentimiento; é estamos muy maravillados de vos é mal contentos, viendo de cuanta importancia é perjuicio nuestro é de nuestras preeminencias é dignidad real era el auto que fizo el cursor apostólico, mayormente siendo auto de fecho é contra derecho é non visto facer en nuestra memoria á ningun rey, ni visorey de nuestros reinos. ¿Por qué vos no ficisteis de fecho nuestra voluntad en ahorcar al cursor que os lo presentó?

Lo que obró después en servicio de Dios y de las almas en aquellas Reducciones no se puede decir fácilmente; pero se puede conjeturar bastantemente, de que entre tantos, por otra parte dignísimos, fué escogido por compañero del Apostólico P. Arce para ir al descubrimiento del puerto de los Itatines, por donde se hiciese escala para la comunicación con las Misiones de los Chiquitos, y para observar la voluntad de las naciones cincunvecinas á la ley de Cristo, en cuya empresa felizmente murió.