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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Mi amo miró al mar, a las lanchas, a los hombres que, desesperados y ciegos, se lanzaban a ellas; y yo busqué con ansiosos ojos a Marcial, y le llamé con toda la fuerza de mis pulmones. Entonces paréceme que perdí la sensación de lo que ocurría, me aturdí, se nublaron mis ojos y no sé lo que pasó.
Fueron entrando en el comedor amigos entusiastas que antes de ir a almorzar a sus casas deseaban ver al diestro. Eran viejos aficionados, ansiosos de figurar en una bandería y tener un ídolo, que habían hecho del joven Gallardo «su matador» y le daban sabios consejos, recordando a cada paso su antigua adoración por Lagartijo o por Frascuelo.
Y ella y su hermano protestaban, ansiosos de verlo todo. Llévanos contigo murmuró al oído de Fernando. Y sin esperar su aprobación, dio algunos pasos hacia el café para hablar con sus padres, pero sin acercarse a ellos. «Papá, mamá: nos vamos con el doctor Ojeda.» Tampoco se tomó el trabajo de escuchar su respuesta.
Dos horas de marcha por la orilla del Aveyron los llevaron al campamento de la Guardia Blanca, formado por unas cincuenta tiendas, y entre los primeros en acudir á su encuentro figuraba un jinete ricamente vestido, que saludó al barón con entusiasmo. ¡Por fin! exclamó estrechándole las manos. Más de un mes hace que os esperamos ansiosos, señor de Morel. ¡Bienvenido seáis! ¿Recibísteis mi carta?
Tiénense hoy por nuevas muchas cosas que no lo son; y entre ellas, juzgan algunos que las aficiones que demuestran no pocos de reunir y coleccionar objetos artisticos, raros ó curiosos, son achaque de la cultura moderna, del refinamiento de nuestras costumbres ó nacidos puramente del capricho ú originalidad con que ciertas gentes pretenden atraerse la atención de los demas, en estos tiempos tan ansiosos de novedades, por estimar que apartándose de lo corriente y vulgar ganan plaza de hombres superiores y extraordinarios.
Hechos estaban todos los preparativos para la solemne ceremonia, decorado el templo, cubierto de flores el altar y numerosos grupos de gentes del pueblo se hallaban congregados en el atrio ó se encaminaban hacia la iglesia inmediata al monasterio, ansiosos de presenciar el imponente acto.
Europea llegó á ser la fama de estos hombres, y tan grande su conocimiento de la antigüedad, que justifica plenamente la opinión de Erasmo, de que la erudición y los estudios clásicos florecían tanto en España, que causaban la admiración de las naciones más cultas y podían servir de ejemplo . Las universidades de Salamanca, Alcalá, Sevilla, Toledo y Granada estaban llenas de estudiantes ansiosos de saber, y el renombre de estas escuelas no sólo penetró en todas las provincias de la Península, sino hasta en Italia, Alemania y los Países-Bajos.
Mientras bajaba lentamente del púlpito estalló en la iglesia rumor de muchedumbre inquieta, y de los labios de los fieles salió un murmullo de aprobación. En seguida, todos comenzaron a salir, ansiosos de sustraerse, a pesar de su devoción, a la pesada y sucia atmósfera del templo.
Y todos, apiñados, ahogados, torturados por una tensión de nervios insoportable, volvíanse ansiosos, deseando ver saltar, por fin, la chispa salvadora, en la esperanza de que la bóveda se abriera y se desplomara la fábrica y se hundiera el mundo entero.
Los hombres corrían ansiosos tras la carnal limosna; surgían conflictos y peleas, todos se agitaban como locos, y el trasatlántico, fosco y de mal humor, navegaba con el funcionamiento de su vida trastornado, los servicios internos en desorden, deseoso de llegar cuanto antes al final del viaje para sanar de esta enfermedad.
Palabra del Dia
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