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Actualizado: 28 de junio de 2025


Vino bien que era ya tarde, que podía ya durar muy poco la escaramuza, y si mal recaudo dió el Comisario en las municiones del artillería, harto peor fué en las vituallas, que salimos tan bien proveídos, que á tornar cuatro ó seis días de mal tiempo, como los pasados, pereciéramos de hambre. Toda aquella noche se oyeron muy grandes llantos de las moras que andaban retirando los muertos.

Al arma un dia se toca: alborotados A todos los vereis, porque asomaban El piloto mayor y los soldados, Que la nave sin guarda la dejaban. A todos los vereis amedrentados, Las damas y doncellas lamentaban, Los hombres desmayados, suspirando Andaban por la plaza divagando.

Por las sillas andaban dispersas prendas del traje de la víspera: los zapatos, de raso blanco, vueltos tacón arriba, estaban al pie del lecho; en el suelo había claveles y el nunca bien ponderado espejillo, causa inocente de tantos males, reposaba sobre la mesa de noche.

Llegábame de todos a los hijos de caballeros, y particularmente a un hijo de don Alonso Coronel de Zúñiga, con el cual juntaba meriendas. Ibame a su casa los días de fiesta, y acompañábale cada día. Los otros, o que porque no les hablaba, o que porque les parecía demasiado punto el mío, siempre andaban poniéndome nombres tocantes al oficio de mi padre.

Un amigo mío muy erudito, Valeiro, estudiante compostelano, me contaba haber leído en un libro de un Fray no cuántos Guevara, obispo en alguna diócesis de Galicia, que los españoles, en los tiempos del gran Carlos V, cuando el tal obispo escribía, andaban en zancos por las calles, a causa de los lodos. ¡Qué barbaridad!

Usáronse ojos rasgados Luego, y dieron en abrirlos Tanto, que de temerosos Se hicieron espantadizos. Las bocas chicas, entonces Eran de lo más valido, Y andaban por esas calles Todos los labios fruncidos.

Tampoco el de D.ª Robustiana, que acompañó á la criada cuando vino á servir la sidra, expresaba como otras veces un humor jovial y sereno. Entonces sospechó que algún disgusto había ocurrido entre los cónyuges. Pero le llamó la atención el que Manolete, Linón, la criada, todos cuantos por allí andaban se mostrasen serios y hasta airados.

El mundo era de otro modo; la Naturaleza misma, el aire y la luz eran de otro modo. La gente y las casas también se habían transformado; y para que la mudanza fuera completa, ella misma, Isidora, era punto menos que otra persona. «¿Pero a dónde vamos, hijapreguntó Relimpio viendo que andaban y desandaban calles, subían costanillas, y divagaban pasando muchas veces por un mismo sitio.

I por eso redujo todo lo que de ella se solicitaba con tales razones, á encomendar á los sacerdotes, i con especialidad á los frailes domínicos, que predicasen con gran vigor i fe para reducir á la religion cristiana á aquellas gentes que para su mal andaban descarriadas lejos de la luz de la verdad i de lo conveniente á la salvacion de sus almas.

Cuando se vieron en la calle, sin hogar, oficio ni beneficio, desaparecieron de aquí, y se supo que andaban por Andalucía buscándose el modo de vivir como el diablo les daba a entender. Al cabo de los años, volvió uno solo, no a su pueblo, sino a ese otro que está encalabrinado en aquella cúspide de enfrente, y al cual pienso que llegaremos en poco más de una hora.

Palabra del Dia

rigoleto

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