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Actualizado: 28 de junio de 2025
Unos me decían «zape» cuando pasaba y otros «miz». Cuál decía: -Yo la tiré dos berenjenas a su madre cuando fue obispa. Al fin, con todo cuanto andaban royéndome los zancajos, nunca me faltaron, gloria a Dios. Fuime a mi madre corriendo que me escondiese; contéla el caso; díjome: -Muy bien hiciste; bien muestras quién eres; sólo anduviste errado en no preguntarle quién se lo dijo.
En auto solemne de fe celebrado en Sevilla el dia 14 de abril del año de 1660 salieron á ser castigadas por judaizantes ochenta personas, entre hombres i mujeres. Muchas estatuas fueron reducidas á cenizas en representacion de los reos que andaban fugitivos en tierras estrañas, donde afortunadamente no alcanzaba el bárbaro azote de la Inquisicion.
Cada uno de sus salones era una pequeña capilla consagrada a la elegancia; el palacio entero un suntuoso templo del buen gusto y la moda, enriquecido con detalles dignos de un museo, en que andaban revueltos lo antiguo y lo nuevo, formando ese consorcio extraño, pero armónico, que ofrece la reunión de lo bueno, por distintos que sean los caracteres que revista.
No andaban todos los bajeles con igual paso. Unos se adelantaban, otros tardaron mucho en moverse; pasaban algunos junto a nosotros, mientras los había que se quedaban detrás.
En el Museo las impresiones de aquella singular joven fueron muy distintas, y sus ideas, levantando el vuelo, llegaron a zonas mucho más altas que aquella por donde andaban al rastrear en los muestrarios llenos de chucherías.
Como a unos tres cuartos de legua, en la dirección de Villatoro, habitaba, durante el verano, Urraca Blázquez de San Vicente, con sus dos hijos varones. El marido, Felipe de San Vicente, Comisario del Santo Oficio e individuo del Consejo de las Ordenes, pasaba la mayor parte del año en Madrid. Los dos mancebos eran el azote de aquel rincón de la sierra. Andaban siempre juntos y se aborrecían.
En este entretanto, los doce pescadores que habían venido en guarda de Sulpicia, andaban entre la demás gente buscando a sus compañeros, abrazándose unos a otros, y, llenos de contento y regocijo, se contaban sus buenas y malas suertes: los del mar, exageraban su yelo, y los de la tierra, sus riquezas. "A mí decía el uno me ha dado Sulpicia esta cadena de oro."
Iba á su lado la buena baronesa y ambos siguieron andando hasta el puente de piedra que separaba el pueblo del castillo. Era el famoso guerrero de corta estatura y pocas carnes, y ni su aspecto ni sus maneras revelaban en él al esforzado campeón inglés cuyos altos hechos andaban en lenguas de todos.
Estos guardas andaban bien armados, llevaban una linterna sorda, y un perro para que les avisase de cualquier ruido. De las puertas interiores existen todavía algunas en la ciudad con el nombre de portillos. Alvaro Colodro y Benito de Baños fueron los primeros soldados cristianos que escalaron la muralla por el punto mismo que hoy ocupa la Puerta de Colodro.
Finalmente, don Fernando supo que mis padres andaban por darme estado, por quitalle a él la esperanza de poseerme, o, a lo menos, porque yo tuviese más guardas para guardarme; y esta nueva o sospecha fue causa para que hiciese lo que ahora oiréis. Hacía el traidor que sus lágrimas acreditasen sus palabras y los suspiros su intención.
Palabra del Dia
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