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Actualizado: 17 de junio de 2025


Después añadió con expresión de júbilo: «Tenemos quince navíos, y los francesitos veinticinco barcos. Si todos fueran nuestros, no era preciso tanto... ¡Cuarenta buques y mucho corazón embarcadoComo se comunica el fuego de una mecha a otra que está cercana, así el entusiasmo que irradió del ojo de Marcial encendió los dos, ya por la edad amortiguados, de mi buen amo.

La espuma tiende una especie de puente de plata a través del río, y la corriente se desliza tranquila a sus pies. De vez en cuando, el dulce viento de la noche les trae sonidos amortiguados de la música; al gruñido monótono del timbal se mezcla el grito sordo del alcaraván. De pronto, Gertrudis se estremece. ¿Qué tienes? Tengo frío. Retira inmediatamente el pie del agua.

Las lámparas de aceite, repartidas a distancias y alturas desiguales, brillaban con claridad verdosa; y sobre la alta cornisa, de donde arrancaba la bóveda, había una línea de ventanas cegadas con cortinas en que los rayos del sol se detenían, iluminando los bordes de la tela y resbalando luego, amortiguados y débiles, por las molduras polvorientas.

Los recuerdos de su pasada existencia, amortiguados por la vida solitaria, surgían ahora con el mismo relieve que si fuesen sucesos del día anterior. ¡Los cafés del Borne! ¡Sus amigos del Casino!... ¡Volver allá, pasando de un salto a la vida ciudadana, luego de su reclusión casi salvaje en la torre!... Se marcharía cuanto antes: estaba resuelto a ello.

Con gran extrañeza, la vio oscura y vacía. Pero en aquel instante un leño que humeaba en el hogar se rompió, y a la luz de su llamarada vio a Federico Bullen sentado junto a los amortiguados tizones. ¡Hola! Federico se sobresaltó, púsose de pie y fue hacia él, medio tambaleándose. ¿Los compañeros dónde han ido? dijo el viejo. Al momento vuelven por aquí. Han salido a fuera a dar un pequeño paseo.

Diole el duque licencia, y mandóme que le acompañase. Venimos a mi ciudad, recibióle mi padre como quien era; vi yo luego a Luscinda, tornaron a vivir, aunque no habían estado muertos ni amortiguados, mis deseos, de los cuales di cuenta, por mi mal, a don Fernando, por parecerme que, en la ley de la mucha amistad que mostraba, no le debía encubrir nada.

La condesa, durante aquella escena, había seguido con los ojos desmesuradamente abiertos los movimientos del aya. Después de sentada ésta, siguió inmóvil, teniendo cogida con una mano la punta de la servilleta en ademán de llevarla á la boca para limpiarse. Los gritos de la niña, aunque amortiguados por la distancia y el obstáculo de la puerta, comenzaron á sonar agudos y lastimeros.

En varias épocas de tolerancia y olvido momentáneo se habían casado cristianos viejos con gentes de «la calle». En la isla habían muchos que revelaban por sus apellidos estas mezclas. ¿Y qué? El odio y la separación continuaban lo mismo... Lo mismo no: un poco más amortiguados que en otros tiempos, pero latentes aún.

No hay un murmullo más fuerte que otro; los aplausos son sinceros, pero amortiguados por el buen gusto. El aspecto de la platea es admirable: más de la mitad está ocupada por señoras cuyos trajes de colores rompen aquella desesperante monotonía del frac negro en los teatros del continente.

Tachábase en su interior de poco distinguida; pero... ¡qué remedio! por más que ella tomase a empeño el transformarse, y obedeciendo a las niñas revistiera un empaque de altiva señoría, siempre conservaba amortiguados y prontos a manifestarse los gustos y aficiones de la antigua tendera que había pasado lo mejor de su juventud en la plaza del Mercado. ¡Qué tiempos tan dichosos los transcurridos siendo ella dueña de la tienda de Las Tres Rosas!

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