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Actualizado: 16 de septiembre de 2025


Clara, en los días que lleva de soledad, ha cambiado mucho. ¡Hay en su carta tan singular exaltación, tan profunda tristeza, tan amargos pensamientos!... Lee, lee dijo el Comendador con viva emoción. Lucía leyó como sigue: "Amada Lucía: Mil gracias por todo cuanto estás haciendo por . Sería yo desleal si te ocultase nada de lo que siento.

El silencio que reinaba en aquella pieza larga y anticuada, era interrumpido sólo por sus amargos sollozos y por el solemne tic-tac del gran reloj antiguo que había en el extremo más lejano de la habitación. Mi mano se apoyaba tiernamente sobre el hombro de la pobre niña, pero transcurrió un largo rato antes de que pudiera conseguir que enjugase sus lágrimas.

Cuando Amaury volvió a su cuarto encontró en derredor suyo en los muebles, en los cuadros, hasta en el aire, recuerdos tan amargos que, no pudiendo resistirlos y loco de dolor, se lanzó a la calle, saliendo a pie, sin objeto, sin propósito deliberado, sin otra idea que la de llevar lejos de allí a cualquier parte la pena que le abrumaba. Eran las seis y media de la mañana.

, hijo, que sus tesoros Les crece nuestra desdicha. Hay quien á comprar acierte El niño y la madre juntos? O terribles tristes puntos, Mas amargos que la muerte! Sosegad, señora, el pecho, Que pues mi Dios lo ha ordenado Ponernos en este estado, El sabe por que lo ha hecho. Destos hijos tengo pena, Que no por donde han de ir. Señora, dexad cumplir Lo que el alto cielo ordena.

Y aun prometíase encontrar amargos goces en estas evocaciones de la dicha perdida, y, contaba con disfrutar cierta dolorosa voluptuosidad al soñar su imaginación con aquella retrospectiva existencia.

Esparcidas por diversos parajes del campo veíanse algunas mesas vestidas de lienzo blanco y atestadas de ciertos confites peculiares de la fiesta, como mazapanes, amargos, florones, madamitas, crucetas que se llevaban los ojos de los niños y los cuartos de las madres.

Sentados sobre la Peña bebían por su entreabierta boca el aire de las alturas, nítido y fresco como el aliento de los ángeles. La luz se desprendía en efluvios infinitos por los orbes azules, haciéndoles centellar. La soledad y el silencio, tan amargos en la tierra, eran allí dulces y amables. Ningún ruido terrestre profanaba la majestad de aquella gloria.

Llegada la noche, el viento gime dolorosamente formando eco, y acaso despertando las tristezas de tu alma... No quieres dormir ni tienes sueño, y recelas que al reclinar la cabeza en la almohada se pueble tu pensamiento de recuerdos amargos y esperanzas frustradas. ¿A quién le faltan en la vida días negros, estériles para el trabajo, en que la soledad trae de la mano a la melancolía?

No significa esto que dejase de considerar y atender como debía a D.ª Marciala; pero se observaba en él de algún tiempo a aquella parte más inclinación hacia D.ª Filomena, aunque nunca por supuesto tan señalada como la que había sentido por Obdulia. En la tertulia de D.ª Eloisa se agitaban mil dulces sentimientos, a los cuales, como la sombra a la luz, acompañan siempre otros amargos.

Para lograr wagones de primera clase tuvimos que organizar una cotizacion entre diez y seis viajeros, so pena de pasar ratos bien amargos en los coches de segunda y tercera. Confieso que lo sentí, porque deseaba aprovechar mi oscuridad en España para deslizarme entre la plebe, aceptando todo contratiempo, á cambio de conocer un poco la índole de las clases llamadas inferiores.

Palabra del Dia

passaro

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