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Mientras esto pasaba por el un lado de las andas, era por el otro por donde se deslizaban los furtivos ojos de la lindísima novia. Achaques de muchachas: descuidaba el recrear la vista por lo que había de ser pasto común cotidiano de sus ojos, y éstos los fijaba a preferencia en objetos que habían de ser de más difícil alcance después para una Sultana de la Alhambra.

Lo sabíamos todo...». Y esto ocurre porque nadie en la vida expone la verdad corajudamente; porque el conferencista debía decir el primer día a su público: «Todos ustedes, que viven batallando por el dinero, deben figurarse por qué he hecho yo esta larga travesía, viniendo a una tierra que no tiene el Partenón, ni las Pirámides, ni la Alhambra.

Este espacioso camarín está labrado en lo más hondo de los palacios mágicos y ocultos de la Alhambra: son necesarias veinte semanas para descender a ellos por las dos escaleras: una, de mármol negro, y otra, de jaspe blanco, que tienen en sus dos extremos.

Los árabes que bordaron la Alhambra habrían declarado también que sus mejores templetes y camarines no excedían en finura, suntuosidad é idealismo á tal maravilla del arte cristiano.

Tiene su asiento en una colina superior, inmediata á la planicie de la Alhambra, y está, á su turno, dominado por otra colina mas alta, donde antes existia una fortaleza que el mariscal Soult hizo volar durante la guerra de Napoleón, y cuyas escasas ruinas se encuentran aún dispersas en la loma.

El interior de las salas era muy análogo; techumbres mudéjares, frisos de yeso, con cuyo material, ó estuco grabado, como se ve en la Alhambra, decoraríanse las paredes, cuando no con guadameciles, sargas ó tapicerías de Arras á que llamaban paños de «rrásintroduciéndose en esta época el adorno de los muros con variados asuntos «pintados al fresco ó al temple» de los cuales se han descubierto restos en la casa de Pilato, y acerca de cuya decoración creemos interesante consignar algunos datos, por su curiosidad.

En lo general, aunque se ven variedades graciosas en los colores y las formas de los adornos, el trabajo que se ostenta en todos los salones y recintos de la Alhambra es tan homogéneo en su genio ó su estilo, y aún en su ejecucion, que no revela riqueza de fantasía en el artista, sino la mano paciente de un artesano imitando un modelo invariable, ó sirviéndose de moldes para estampar en el yeso los labrados ó arabescos.

Tres grandes y anchas rampas, con graderías y estatuas de piedra y mármol, dan entrada al pié del palacio. Tres cuerpos colosales forman el frente; cierran los flancos otros nuevos, recientemente levantados. El palacio tiene, ademas del bajo, otros tres pisos. Abundan en profusa riqueza los espléndidos salones, entre los que descuellan el del patio de los leones de la Alhambra, fielmente copiado.

Era ya anochecido cuando aquella segunda procesión entraba en la Alhambra, sirviéndole de bastonero el agradable Abu-el-Casín, capitán de la guardia africana, quien, pasando a la estancia en que sobre su solio aguardaba el Sultán, le dijo a éste, tocando antes diez veces la tierra con su frente: Príncipe de los creyentes, ya llega el loco sobre los lomos de la sabiduría.

No es solamente en la Alhambra donde debe ser estudiado el estilo de los árabes; merece ser estudiado en Sevilla, y, mas aun que en Sevilla, en Córdoba, en esa Córdoba medio musulmana aun despues de haber pasado sobre ella la tea de las discordias civiles, la espada de los reyes cristianos, el hacha de las revoluciones y el pico de la ignorancia y la barbarie.