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Actualizado: 21 de junio de 2025


Naturalmente observó el anciano director auxiliar de la oficina de investigaciones criminales. Pero ¿quién es esa persona? Tengo la desgracia de no saberlo. Mi cliente me lo manifestó hará un año, pero no me indicó ningún nombre. ¿Entonces, no abriga usted sospechas sobre alguien, sea quien sea? A nadie puedo señalar.

Silencio acerca de este particular, porque si alguien lo dice en Peñascosa, le sacan los ojos. Las componen generalmente sobre canciones populares que sirven para bailar en las romerías.

Dentro de unos siglos, las revoluciones y las guerras tal vez sacarán á la superficie este cráneo. ¿Por qué no?... Lubimoff acaba de ver en el frente numerosos cementerios removidos por el cañón, con los muertos emergiendo de la tierra, tal como los levantó el estallido de las granadas... Y cuando alguien, en lo futuro, con la eterna curiosidad del príncipe shakespiriano, tome en su diestra el cráneo de Alicia, no podrá decir si perteneció á una dama ó á una moza de posada, si fué de una beldad ó de una negra...

Y su orgullo era tan expansivo, que Morsamor, con tal de que él alcanzase y mereciese el triunfo, no se apesadumbraba, sino que se alegraba de que alguien pudiera alcanzarle al mismo tiempo que él, asegurándole así para la gente de su nación o de su casta.

Este estaba rodeado por una espesa cerca, y al fondo había un banco cubierto de yedras y madreselvas. Se veía en verdad una abertura en la cerca, pero quedaba cerca de la casa, y alguien que estuviera bajo aquel techo de follaje no podría ser visto desde afuera.

Pero si al recorrer el mundo, cuando llegues a la edad viril, escuchando tu nombre, algunos ojos brillan con simpatía, algunas manos se extienden hacia ti, será quizá que alguien recuerde todavía los cantos de tu padre. Estréchalas, hijo mío: recibe esta simpatía como una herencia sagrada. Corta es, pero ha sido ganada con alegría y sin mancilla.

Óigalas usted: He mentido, para morir... Yo no podía... Gracias... Perdón... Esas fueron, sus postreras palabras. Yo quise morir con ella. Tenía en la mano el arma, y la volví contra mismo; pero alguien me apretó en ese momento el brazo como con una tenaza. Alejandra estaba delante de : ¡ tienes que vivir! ¡Debes vivir! ¡Debes salvarte! ¡Déjame hacer!... Yo no comprendía.

Aunque lo más substancial y elevado de vuestra ciencia sea intrasmisible, todavía no me explico y deploro que viváis tan aislados en este esquivo rincón del mundo, sin influir en las andanzas del humano linaje, y sin enseñar a alguien que no sea de los vuestros, ya que no lo más elemental de vuestra ciencia, el método o camino que a ella conduce.

El débil P. Prior de Nuestra Señora del Valle, que no se atrevió á cortar con mano firme el inveterado abuso de que fue campeón el P. Procopio, resignó su cargo á causa de sus muchos años, y se retiró á pasar tranquilo en otro convento los que le quedasen de vida. Claro está que alguien había de sustituirle para que la comunidad no quedase convertida en un cuerpo acéfalo y disparatado.

Un líquido amargo empezaba á introducirse por su boca... Realizó un penoso esfuerzo para mantenerse en posición vertical, mirando de nuevo el cielo... Ya no era azul obscuro: era de tinta negra, y todas las estrellas rojas como gotas de sangre. Tuvo de pronto la certeza de que no estaba solo, y bajó los ojos... ; alguien estaba junto á él. ¡Era una mujer!...

Palabra del Dia

consolándole

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