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Actualizado: 21 de junio de 2025


No escaseaban en Campo Rodrigo los fallecimientos, pero un nacimiento no era cosa conocida. Varias personas habían sido expulsadas del campamento resuelta y terminantemente, y sin ninguna probabilidad de ulterior regreso; pero ésta era la primera vez que en él se introducía alguien ab initio. He aquí la causa de la sensación.

Le inspiraba una franca antipatía, por el hecho de que su mujer hablaba de él con cierta admiración, lo mismo que todas sus amigas. Gozaba los honores de la celebridad. Alguien, para marear irónicamente la altura de su gloria, lo había apodado «el águila del tango». Robledo adivinó que era un sudamericano por la soltura graciosa de sus movimientos y su atildada exageración en el vestir.

Pero, hombre, no sea usted mentecato replicó el ministro . ¿Cree usted que hay alguien en Madrid que no sepa o suponga que esas cartas existen o han existido?... Pero entonces, ¿qué partido sacamos de ellas? Uno muy sencillo... ¿No tiene usted que devolvérselas a la condesa? ¡Claro está!... Como que el jefe de orden público le ha dejado recibo.

Chichí estaba en el salón tendida en un sofá, pálida, con una blancura verdosa, mirando ante ella fijamente, como si viese á alguien en el vacío. No lloraba; sólo un ligero brillo de nácar hacía temblar sus ojos, redondeados por el espasmo. ¡Quiero verle! dijo con voz ronca . ¡Necesito verle! El padre adivinó que algo terrible le había ocurrido al hijo de Lacour.

Nuestro ejército, lejos de lamentar la guerra, se alegrará de que, merced á la guerra, podrá luchar con alguien que la cara, que no sean foragidos que huyen y se esconden, y en cuyo vencimiento se puede alcanzar alguna gloria.

Iba envuelta en un manto obscuro que había perdido su primer tinte y era del color llamado "ala de mosca". Agarrado á una de sus manos marchaba un niño cuya cabeza apenas le llegaba á las rodillas. Rosalindo no conocía á la difunta Correa ni jamás encontró á alguien que pudiera describírsela. Pero al ver a esta mujer por primera vez, quedó convencido de su identidad.

A la vuelta de cincuenta, de sesenta o de cien años, este idioma gallego llegaría, lógica y fatalmente, a confundirse con el castellano. El gallego evolucionaría siguiendo su curso natural. ¿Y el castellano? preguntará alguien. El castellano no evolucionaría nada, porque ahí están los académicos para impedir que evolucione.

Ya no salía nunca hacia el bosque que no la llevase consigo; y a veces, mirando hacia una y otra parte, como si alguien pudiera sorprenderle, hincaba la punta de cierto modo en el tronco de los árboles para recordar la terrible estocada con que había dado muerte a Gonzalo.

Cuando le era forzoso ir a alguna visita, la casa en que debía entrar imponíale miedo, aun vista por fuera, y estaba dando vueltas por la calle antes de decidirse a penetrar en ella. Temía encontrar a alguien que le mirara con malicia, y pensaba lo que había de decir, aconteciendo las más de las veces que no decía nada.

Si alguien hubiera dicho al señor de Villanera que la señora Chermidy le amaba por el interés, se habría encogido de hombros. Ella no le había pedido nada y él se lo había ofrecido todo. Al aceptar cuatro millones, le hacía un favor y él le estaba reconocido.

Palabra del Dia

consolándole

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