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Un ligero temblor corrió por todo mi cuerpo, y a toda prisa procuré alejarme de aquella escena. Corrí por la ciudad, haciendo inútiles esfuerzos para no escuchar el tañido de la fatal campanilla, y en todas partes tropezaba con la misma escena. Notaba que los transeúntes se miraban unos a otros con expresión de susto, y se hacían preguntas en tono bajo y misterioso.

El niño se adelantó dos pasos, y llevándose las manitas al pecho, prosiguió lentamente: Mas siento al alejarme una agonía, Cual no la suele el corazón sentir.. ¿En palabras de niño quién confía? Temo... no qué temo, Madre mía, Por ellos y por ... Nadie respiraba; las lágrimas, al caer, no hacían ruido.

Pero, querido tutor dijo Amaury con acento conmovido, creía yo que la costumbre de verme a su lado y de llamarme hijo le había hecho ya considerarme como individuo de su familia, o por lo menos como digno de ingresar en ella. ¿Me habrá cabido la desgracia de ofenderle involuntariamente? ¿Me condena a alejarme de aquí por haberme retirado su estimación?

Vea usted por qué mi egoísmo aumenta hoy su pena haciendo gravitar sobre ella todo el peso de la que a me devora. »Antes de salir de París, sentí que no podía alejarme sin ir a despedirme de Magdalena; así, después de traspasar la barrera, he hecho que mi carruaje diese la vuelta a los bulevares exteriores y a las dos horas estaba yo en Ville d'Avray.

No tenía intención de alejarme de aquí, pero me han insultado ustedes, me han violentado, y cuento con que me concederán una reparación si los que son honrados conservan un poco de valor... Al hablar así miraba desdeñosamente á Freneuse y parecía provocar á Tragomer: ¡Cuidado, Sorege! exclamó Jacobo.

Más tarde, cuando nuestros padres duerman me dije, tratarán de escaparse. Pero me equivoqué. Se quedaron tranquilamente en la sala y ni una sola vez trataron de alejarme.

Puse gran empeño en saber lo que pasaba en mi corazón. ¿Qué sentimiento era aquél que no me apartaba de Angelina, y que, sin embargo, me arrastraba hacia Gabriela? Me acusaba yo de infidelidad para con Linilla; repasaba mis actos uno por uno, y aunque me hallaba yo inocente, me condenaba yo con la severidad del juez más recto, y me proponía alejarme de Gabriela. ¡En vano!

Sacudí la cabeza y le indiqué a mi hermana, que, precisamente entonces, blandía las manos en torno suyo como si hubiera querido, en su delirio, alejarme de su marido. Tienes razón continuó. ¿Sería posible tener suficiente tranquilidad para dormir con semejante espectáculo ante los ojos?

Si realmente estuvieses sola dijo con voz rencorosa , yo podría aguardar, y tal vez el tiempo acallase esos escrúpulos absurdos que te atormentan. Pero tu soledad es mentira. Un hombre entra á todas horas en tu casa como si fuese suya, mientras yo debo alejarme, según dices, para que recobres la tranquilidad.