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Vea usted por qué mi egoísmo aumenta hoy su pena haciendo gravitar sobre ella todo el peso de la que a me devora. »Antes de salir de París, sentí que no podía alejarme sin ir a despedirme de Magdalena; así, después de traspasar la barrera, he hecho que mi carruaje diese la vuelta a los bulevares exteriores y a las dos horas estaba yo en Ville d'Avray.

Cesaron las conversaciones mantenidas a media voz, y un silencio hostil y penoso empezó a gravitar sobre todos aquellos hombres. Jaime se apoyó en una pilastra del porche, alta la frente, arrogante el ademán, destacando su figura sobre el fondo del horizonte, como si adivinase los ojos que en la obscuridad estaban fijos en él. Sentía cierta emoción, pero no era de miedo.

En ciertos viajes predominaban los comerciantes, y la cubierta de paseo era durante veinte días igual a un salón de Bolsa. Rodaban millones de la mañana a la noche, y el buque se movía con el aplomo insolente de un banquero bien forrado que no teme al destino. Las enormes cantidades, compuestas puramente de palabras, parecían gravitar realmente en sus entrañas con peso abrumador.

Sus dedos acariciaban en la cara interior un cerrojo enorme, arcaico, que había pertenecido á una puerta mucho más grande, y parecía que iba á desprenderse de la madera por su peso excesivo... Ferragut adivinó que este cerrojo iba á gravitar sobre la cuenta de la comida con todo su volumen.

Pronto lo alcanzaría éste; el viento era escaso; de vez en cuando una ráfaga; luego la calma ecuatorial, densa, anonadadora, que parecía gravitar sobre el Océano, conmovido apenas por ligeros estremecimientos. Marcábase de pronto sobre este mar luminoso un gran redondel negro.

Pues no hay más remedió, Manín, tienes que llamar al mélico. Que no, señor cura, que no quiero yerbatos ni cataplasmas. Que , Manín, si no lo llamas lo llamo yo. En fin, después de mucho gravitar, aunque yo tiraba siempre pa atrás, allá vino don Rafael, el mélico de las minas. Me mandó quitar hasta la camisa y me tumbó de espaldas sobre la masera.