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Actualizado: 27 de junio de 2025
Si alguien enseñaba los espolones dije reprimiendo una fuerte gana de reír, no creo que fui yo... No, joven virtuosa; confieso que debió de ser mi modesta persona la que se agrió con los golpes repetidos que me asestan ciertas malas solteronas... Si tú las provocas, no tienes más que lo que mereces.
Entró en la tienda hecho una lástima, oliendo todavía a estiércol y a requesón agrio, como si acabase de abandonar el corral de ganado.
Y el amontonamiento de estos infelices exhalaba un olor agrio, de sudor de hambriento, de ropa adherida al cuerpo durante meses, de alientos fétidos: toda la respiración apestante de la miseria. Las mujeres aun ofrecían un aspecto más doloroso. Unas eran gitanas, viejas y horribles como brujas, con la piel tostada y cobriza que parecía haber pasado por el fuego de todos los aquelarres.
El instinto reprimido, al no encontrar el fruto sano y hermoso en plena madurez, buscaba en su aberración el verdor agrio que excita los nervios. Los directores de la vida en aquel país la descoyuntaban formándola á su gusto, haciendo un crimen del instinto del sexo, obligándolo á refugiarse en inmundos rincones.
Es el bramido del tigre un gruñido como el del chancho, pero agrio, prolongado, estridente, y que, sin que haya motivo de temor, causa un sacudimiento involuntario en los nervios, como si la carne se agitara ella sola al anuncio de la muerte.
Del techo y las paredes de madera se desprendían insectos sanguinarios sobre las curtidas epidermis, para perforarlas y chupar su jugo. Otras veces surgían del suelo, remontándose por las gruesas botas. En invierno, el boliche, por estar con las puertas cerradas, conservaba una atmósfera densa de humo de tabaco, que olía á ginebra, á vino agrio, á ropa mojada y á cuero de zapato.
No tenía empleo y enseñaba los gigantones sin retribución alguna, con la esperanza de conseguir la primera plaza que vacase, y agradeciendo mucho a los señores del cabildo que le diesen casa gratuita, en consideración a que su mujer era hija de un antiguo servidor de la catedral. El hedor del engrudo y de la suela húmeda infestaba su casa con el ambiente agrio de la miseria.
Y el Chiquito se dejaba agasajar con sonrisa de ídolo, irguiendo su pequeño cuerpo de músculos recogidos y apretados, mientras los admiradores aspiraban al examinarle el olor agrio de sus sobacos sudorosos como si fuese un grato perfume. Ganaría, como siempre.
Cuanto más se alargaban las filas hacia la casona, más bultos surgían de la oscuridad del agrio declive.
¿Espejo y despejo? ¡Bueno! Ya con cuidado me habláis, 1325 Porque en efeto os parezco Mujer que os puedo entender. Pues yo os prometo que puedo; Pero el estar enseñada Á oir vocablos groseros 1330 De un indiano miserable: «Vé por esto, vuelve presto, Esto guisa, aquello deja, ¿Limpiaste aquel ferreruelo? Vé por nieve, trae carbón, 1335 Esto está sin sal, aquello Sin agrio, llama á ese esclavo,
Palabra del Dia
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