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Actualizado: 13 de junio de 2025


La opinión de estas señoras es muy respetable, pero no me parece suficiente para darle a usted el derecho de reclamar el sitio del modo perentorio que lo ha hecho. ¡Qué modo perentorio ni qué calabazas! exclamó el buen señor perdiendo la paciencia. Tristán, que ya la tenía perdida de antemano, replicó en el mismo tono. La disputa se fue haciendo cada vez más agria.

Y el tío Manolillo, sin detenerse á escuchar la agria réplica de la señora María, sacó á remolque á Juan. ¿Conque tan hombre sois? le dijo el bufón. Según dijo Juan ; no por qué me hacéis esa pregunta. ¡Afortunado y reservadillo! haréis fortuna en la corte, joven. Me alegraré. ¡Ah, ah! conozco á muy pocos que hayan entrado en palacio con tan buen pie.

Se apretó al cuello de su marido con la fuerza con que ella se agarraba a la vida, y como quejándose, pero sin la voz agria de otras veces, siguió diciendo: ¡Coronado, Bonis, coronado, ¿sabes?, estuvo coronado!

Se sabe que después de la heroica expedición de Santiago contra la tartana que sólo tenía un inocente buey por todo defensor, se sabe que, vuelto a bordo, el digno teniente de la Urna de San José, había decidido al capitán Massareo a destruir la embarcación, esperando así borrar las trazas de su mentira. Su voz agria y chillona lo dominaba todo a bordo de la escampavía.

Un poco más allá de Villoria dejó la orilla del río y tomando un caminito de montaña, capaz sólo para las carretas del país, comenzó á subir la colina en dirección á Arbín. La cuesta era agria, pero no muy larga. Antes de un cuarto de hora tropezó con las tapias de la pomarada de su primo. Siguió pegado á ella algún tiempo y dió pronto con la casa que estaba en lo más alto.

Con este motivo se empelotaron en una disputa violenta y agria. En el curso de ella Moreno, aunque procuraba tener la lengua por hallarse en casa ajena y entre gente fanática, no pudo menos de verter algunos conceptos poco respetuosos hacia Moisés. El presbítero gordo, que era sin duda el más irritable del concurso y había escuchado la disputa con visible impaciencia, se enfureció de pronto.

Uno de ellos, más soleado que cuantos había dejado atrás, apareció de repente a mi vista en un vallecito, al pie de una ladera rapidísima, por la cual descendía mi jamelgo paso a paso entre un laberinto admirable de viejos y copudos robles que parecían puestos allí para mantener las tierras del monte adheridas a su esqueleto: tan agria era la cuesta.

Por otra parte, tanto en el café como en los saloncillos de los teatros, había tenido ya más de un rozamiento, alguna disputa agria que no había terminado en el campo del honor por milagro. Acaso no fuera milagro, sino el temor que inspiraba la misma violencia de Tristán y su extraordinaria habilidad en la pistola, ya conocida de algunos.

Era horrible el contraste de la fisonomía escuálida y de los rostros alegres. Era la reconvención y la culpa; aquélla, agria y severa; ésta, indiferente y descarada. Todos aquellos víveres han sido aquí traídos de distintas provincias para la colación cristiana de una capital. En una cena de ayuno se come una ciudad a las demás. ¡Las cinco!

Del piano saltó entonces un allegro vivace, con muchas octavas, y el tecleo cubrió las voces... sólo se oyeron fragmentos del diálogo que sostenían la agria voz de doña Dolores y la voz becerril de su cuñado. La fábrica, bien... de capa caída... las hipotecas... al ocho.... Liquidaron con el socio... la competencia....

Palabra del Dia

cabalgaría

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