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Actualizado: 7 de junio de 2025
D. Félix hizo un gesto perentorio para imponer silencio y empezó á dar paseos por la plazoleta con la violencia de fiera enjaulada. De vez en cuando salían de su boca temerosas interjecciones y de su nariz resoplidos más temerosos aún. Regalado, los criados y algunos vecinos que por allí cruzaban le contemplaban con asombro y respeto. De vez en cuando dirigían miradas de odio al insolente que le había puesto en tal estado, al mísero D. Casiano.
Hizo aquí una pausa larga el irritado señor de Rivera, y dijo después en tono perentorio, saliendo del comedor: ¡Que no te vuelva a ver esas patillas! Enrique recibió la reprensión de malísimo talante, con los codos apoyados en la mesa y la cabeza metida entre las manos en señal de protesta.
Concedido que fue, se hizo preciso atender a su sostenimiento presupuestado en cinco mil pesos, no habiéndose podido reunir por de pronto mas que mil ochocientos treinta y dos; luego, merced a una módica cantidad proporcional en dinero, que debía satisfacerse en los meses de Mayo y Junio de cada año, impuesta a todos los partícipes de diezmos del Obispado, se reunió la suma total de tres mil doscientos cuarenta y tres pesos, que si bien no llenaba absolutamente el presupuesto, esto no obstante, era ya suficiente a lo mas necesario y perentorio.
Por último, la mano que descansaba asida a la cadena de oro del toisón, una mano de cadavérica blancura, levantose en el aire señalando la puerta; y como don Alonso vacilara, el regio ademán acentuose con un estremecimiento perentorio del índice. Toda réplica hubiera sido fatal. El caballero obedeció.
Tío Pedro dijo al pescador después de aquel perentorio rechazo : ¿sabe usted que me tiemblan las carnes? ¿Qué dirá Rosita? ¿Qué dirá el padre cura? ¿Qué dirá todo el pueblo? ¿No podría usted hallar medio de convencerla? ¡Si no quiere!, ¿qué le hago? respondió el pescador.
Mientras tanto, D. Bernardo, de malísimo talante, no tanto por la travesura de su hijo como por las incorrecciones de su esposa, sirvió la sopa a todos los comensales, llenando también el plato de aquélla y el de su hija ausente. Al llegar al de Enrique, dijo en tono perentorio: Niño, ven a sentarte a la mesa. Pero Enrique se hizo el sueco y siguió gimiendo y pataleando a ratos.
Al poco rato tornó á insinuárselo de un modo más perentorio. Á otra puerta. Jacinto siguió incrustado en el asiento como si allí hubiera nacido y criádose. Pasaron algunos minutos más, y observando que el tío Lalo estaba ya dormido con las narices sobre la nasa y á la tía Blasa se le había caído el ovillo, le dijo con impaciencia: ¡Rapaz, márchate ya!
Observó Miguel que la intendenta ejercía una soberanía absoluta, casi despótica, sobre esta diminuta tertulia; ordenaba en tono perentorio cualquier servicio, contestaba con acritud a las observaciones que la hacían, y en general se mostraba bastante indiferente a las atenciones y acatamientos que a cada instante la prodigaban aquellos señores, incluso el tío Manolo.
Los cuatro o seis herreros establecidos en la villa no daban ni podían dar cumplimiento a los numerosos pedidos de cerraduras, pasadores, trancas de hierro y llaves maestras que de todas las casas les hacían. Los ladrones de las Aceñas no habían sido habidos. Todos preveían, con más o menos fundamento, que andaban rondando la población para caer, sobre ella a saco en un plazo perentorio.
De antiguo venimos demostrando especial solicitud por cuanto afecta á nuestros intereses en la Oceanía, y nadie por tanto podrá tacharnos de interesados si recordamos con insistencia á los poderes públicos la imperiosa necesidad de que el Ejército filipino sea considerablemente reforzado en plazo perentorio. Y no faltan, hoy, por cierto, razones poderosas que abonen sobradamente nuestra campaña.
Palabra del Dia
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