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Los nombres sustitutos son éstos: «Cucho», «Chocho», «Cacho», «Gogo», «Gogó», «Tito», «Toto», «Totó», «El chino», «Baby», «El Bebe», «Nenín», «Charlín», «El gordo», «El flaco», «Nono», «Fito», «El rubio», «El negro», «Perucho», «El gringo», «El mono», «Taco», «Cotaco», «El alemán», «El inglés», «El vasco», «El Tuerto», «Pototo», «Poroto», «Lalo», «El nene», «Peringote», «Piringo», «El gallo», «El gato». En fin... cuento de nunca acabar.

Pero en ese terreno cunde mejor la avellana que en el nuestro. Estoy en fe que tu padre no apañó menos este año de diez ó doce cargas. Diga usted quince, tío Lalo, y dirá la verdad replicó el chico sonriendo triunfalmente. ¡Lo ves ! El tío Lalo se puso á loar las tierras de secano por lo mismo que las suyas eran de regadio.

Se informaron de ella con interés: también del ganado. Jacinto les notició que la Pinta había parido hacía tres días un jato. El tío Lalo torció el hocico: aquella vaca no les daba más que becerros. Es verdad repuso Jacinto, pero en cambio la Morica ya nos dió tres jatas seguidas y váyase lo uno por lo otro.

Flora atravesó la estancia de los molares y abrió la puerta que se hallaba en el fondo. Jacinto tardó unos segundos en acudir porque tuvo que dar la vuelta al edificio. Flora le condujo sin despegar los labios á la cocina. Santas noches, tía Blasa. Dios le guarde, tío Lalo. Los viejos recibieron con agrado al joven porque les gustaba y tenían en estima á su familia.

En un principio se llamó Ibanag á los que habitaban en las orillas del mencionado rio desde Aparry, que sea población más vecina al mar, hasta la comarca llamada el Difun, y más propiamente desde Aparri hasta Takalawa, que es un barrio de Lalo, hacia Gataran.

Al poco rato tornó á insinuárselo de un modo más perentorio. Á otra puerta. Jacinto siguió incrustado en el asiento como si allí hubiera nacido y criádose. Pasaron algunos minutos más, y observando que el tío Lalo estaba ya dormido con las narices sobre la nasa y á la tía Blasa se le había caído el ovillo, le dijo con impaciencia: ¡Rapaz, márchate ya!

El joven se sentó enfrente de los viejos al otro extremo de la cocina en una tajuela dejando en el medio el lar sobre el cual ya no había fuego. Flora después de vacilar un poco vino á sentarse á su lado. ¿Habéis metido ya toda la yerba en la tenada? preguntó el tío Lalo. Está toda dentro desde el miércoles. ¿Mucha? Poca, poca. Nuestro terreno es de secano y este año ha caído poca agua. Verdad.